Ayer se cumplió el I Centenario de la llegada del capitán Robert F. Scott y su equipo al Polo Sur. La Antártida sigue despertando en nosotros, 100 años después, la misma fascinación que la que vivieron en propia carne aquellos esforzados y valientes aventureros polares.
Una aventura que tenía muchos riesgos, una hazaña por descubrir aquella tierra incógnita, señalada en blanco en los mapas de la época por falta de más datos, una carrera al Polo Sur que se convirtió en duelo entre Amundsen y Scott, donde uno llegaría el primero, para ganar, y el otro llegaría el segundo, para morir, aunque gracias a las paradojas de la historia, los dos alcanzaron la gloria.
El pasado 14 de diciembre celebramos la hazaña de Amundsen, su trepidante e impecable llegada al Polo Sur. Hoy recordamos al no menos esforzado y audaz capitán Scott, que supo afrontar adversas condiciones e infinidad de dificultades, con el objetivo de llegar a alcanzar el primero aquel punto geográfico imaginario, no señalizado en ningún mapa. Una vez conseguida la misión, llegar, no menos importante fue para el capitán Scott conseguir hacer regresar a los miembros de su equipo completo sanos y salvos. Dió la vida por preservar la de sus compañeros.
Su esfuerzo no fue en balde, y hoy le recordamos con admiración y respeto, unos tiempos épicos de los que todavía tenemos mucho que aprender.
Para celebrarlo y conmemorar la hazaña del capitán Scott, estuvimos en Zaragoza con Javier Cacho, científico apasionado por la Antártida, y el geógrafo Daniel Marías, en la sala de Ámbito Cultural, donde un público entregado nos acogió con sumo interés.
Daniel Marías tuvo palabras elogiosas tanto para Javier Cacho y su labor científica como para su libro, Amundsen-Scott: duelo en la Antártida. De Javier Cacho, Marías destacó su rigor como científico, su sabiduría, que comparte de forma generosa, la ilusión y pasión que pone en su trabajo, su capacidad de transmitir, algo muy importante para todo divulgador científico, un enamorado de la Antártida que vive comprometido con la pedagogía científica y con una vocación generosa de devolver lo aprendido a la sociedad.
Del libro, Marías subrayó su doble condición de apasionado y apasionante: un libro escrito con la pasión de un entusiasta de la Antártida y de la historia del descubrimiento del Polo Sur, y un libro que atrapará a todo lector, que quedará prendido de una historia que le fascinará.
Finalmente, Daniel Marías compartió con los asistentes que la escritura de Javier Cacho es próxima, cercana y amena, por lo que la experiencia lectora es muy enriquecedora. Cacho, concluyó Marías, es justo y ecuánime con los personajes, y el tratamiento que hace de ellos está muy documentado y es rico en detalles.
Según Cacho, su máximo objetivo era dar cuenta de los hechos, pero encarnándolos en el perfil humano y psicológico de dos personas concretas, con sus virtudes y sus defectos. En ese sentido, el libro, que tiene casi 500 páginas, podría resumirse, en palabras del propio Cacho, en una sola palabra: “respeto”. Respeto a la personalidad de cada uno, de Amundsen y de Scott, cada uno con su idiosincrasia, con sus decisiones, acertadas o no, con su forma de afrontar la lucha contra aquel medio tan hostil.
Aquellos audaces exploradores polares estuvieron solos. No tuvieron ni la posibilidad de llamar a nadie para pedir ayuda. No pudieron, como los tripulantes del Apolo XIII, llamar a Tierra para comunicar aquel flemático “Houston: tenemos un problema”.
Podríamos decir que si el viaje al Polo Sur, para Amundsen y Scott, se afrontó por ambas expediciones como el viaje a la última frontera por conocer en la Tierra, la verdadera frontera a la que se enfrentaron fue otra, al menos para uno de ellos. En ese sentido, el libro de Javier Cacho es una lección de profunda humanidad y una reflexión sobre la última frontera, la muerte, y sobre el sentido de la vida.
Aquellos audaces exploradores polares estuvieron solos. No tuvieron ni la posibilidad de llamar a nadie para pedir ayuda. No pudieron, como los tripulantes del Apolo XIII, llamar a Tierra para comunicar aquel flemático “Houston: tenemos un problema”.
Qué gran verdad, ¿Tan cerca y tan lejos! y solamente hace 100 años.
Me alegra tanto que tu libro esté causando tan buena acogida, que no quiero volver a reptir que te lo mereces, porque es un muy buen libro científico, histórico , de aventuras, en fin es un grandísimo libro de la história de los hombres, escrito por otro hombre, no menos grande que ellos, porque siempre los has respetado mucho. Un abrazo Javi.
Javier, ayer terminé de leer el libro y todavía siento escalofrios al ver tanto sufrimiento para alcanzar la meta de los héroes protagonistas.
Has conseguido lo que querías, involucrarnos en tal hazaña.
Impresionante el último tramo de la expedición cuando Amudsen y Scott, empiezan la travesía en paralelo, sin saber el uno del otro…
Emocionantes…, los últimos escritos de Scott !.
Una nota personal…, me faltó un poco de euforia en la llegada a Polo de Amundsen…, fueron tantas dificultades…, que me supo a poco…
Javier, felicidades!!!!!!!!, con tu experiència en la Antártida y tu libro hemos aprendido una parte desconocida e inquietante de la història.
Gracias por tu esfuerzo, entusiasmo y capacidad de comunicación.
Un abrazo, Francesca