Con Jules Verne en tren a Valladolid

el tren de la felicidad...

La semana pasada, hicimos una nueva visita a la Casa del Libro de Valladolid, esta vez para presentar nuestra edición de Claudius Bombarnac, corresponsal de El Siglo XX, de Jules Verne. Ésta no ha sido una presentación al uso, y son varias las razones que la singularizan.

aaEn primer lugar, me acompañaban Eduardo Martínez de Pisón, prologuista del libro, Manuel Mollá  y Francisco Alonso. Los tres, y no es coincidencia baladí, son geógrafos. Los cuatro salimos en tren desde Madrid, con un ánimo de excursión muy del espíritu del Instituto Libre de Enseñanza, siguiendo así los pasos de Giner de los Ríos, su admiración por el paisaje y su casi devoción por la Sierra del Guadarrama. El tren Alvia cruza la sierra madrileña por un túnel, es cierto, pero en apenas unos minutos encarrila su trayecto al aire libre hacia Segovia, que dejamos a nuestra derecha, lo que nos permite contemplar un paisaje sereno y hermoso, que da pie a una conversación fluida y amena, donde uno no deja de sentirse privilegiado contertulio de estos tres sabios. El tren y el viaje como fuente de inspiración de esta visita a Valladolid, y como trasunto narrativo de la novela de Jules Verne, da pie a compartir lecturas, recomendaciones de libros, recuerdos

de viajes pasados, anhelos de viajes futuros.

978-84-15174-13-4La idea de publicar esta poco conocida novela de Verne en la colección Periplos de Fórcola partió de un comentario que el propio Eduardo Martínez de Pisón hace en su libro El largo hilo de seda, número 1 de la colección. La Ruta de la seda, tan presente en el hacer y decir de este sabio geógrafo y montañero incansable, es el trasfondo, nunca mencionado, de la novela ferroviaria de Verne. La excusa, un viaje en tren, y la razón de ser de su Claudius Bombarnac, la aventura en estado puro.

bEn su primera intervención, Francisco Alonso, que ha sido profesor titular de Geografía Física de la UAM, planteó a los presentes una invitación a la lectura del libro de Verne, matizando que sería bueno leer la introducción de Eduardo Martínez de Pisón antes y después de la novela: antes, para situar el libro y las razones de recuperarlo en una colección de narrativa de viajes; después, para disfrutar aún más de lo leído e imaginado, para dar cimentación en la memoria geográfica de cada uno a los paisajes, montañas y desiertos, ciudades y ríos mencionados en la novela. En cuanto a la novela en sí, Francisco Alonso quiso destacar dos cosas: en primero lugar, lo arquetípico de los personajes; en segundo lugar, la arquitectura musical, casi operística, de la historia, organizada en una estructura de prólogo u obertura; diversos capítulos que se suceden como cuadros o actos de la obra; y un final rápido a modo de conclusión. Son de destacar, subrayó Francisco Alonso, las ricas notas a la edición, que de la mano de Mauro Armiño, nos ilustran sobre la vida cultural y musical del París de la época en que se redactó la novela, y que se mencionan en la misma.

cPor su parte, Manuel Mollá destacó la finalidad estrictamente literaria de la obra de Verne: la pura diversión, el solaz y entretenimiento del lector, que están garantizados en una aventura ferroviaria trepidante, que no permite sino una lectura de un tirón. Como no podía ser menos en una novela que fue escrita y publicada por entregas en su momento, antes de aparecer finalmente impresa en un volumen de la editorial Hetzel. La historia, por lo demás, señaló Manuel Mollá, no deja de reflejar cierta nostalgia por los viajes del Romanticismo, donde los viajeros, tras recorrer tierras hostiles, eran inevitablemente asaltados por bandidos y bandoleros. El viaje exótico por Asia Central de Bombarnac parecería menos viaje sin ese asalto al tren por parte de los terribles mogoles. Además, Verne, en esa colección arquetípica de personajes (un caballero inglés, un médico militar ruso, un barón alemán, una pareja de actores franceses, un sabio chino y su discípulo, una pareja de comerciantes ella inglesa y él norteamericano…), despliega una peculiar geopolítica.

dEduardo Martínez de Pisón nos ilustró en su intervención con un mapa en la mano, que es como hay que leer esta trepidante novela ferroviaria de Verne, donde el paisaje es un personaje más de la aventura, y donde el trazado, el recorrido, el viaje en tren, vertebran la acción y la trama. Un mapa que nos preparó el propio Eduardo para los asistentes, pero un mapa, varios mapas, que se reproducen en nuestra edición forcoliana. Los dos motivos de interés que despliega esta novela de Verne, para Eduardo Martínez de Pisón, serían: primero, la Ruta de la Seda (término acuñado por el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen), que está presente en toda la trama, aunque no se menciona en ningún momento; segundo, el interés puramente geográfico.

eEn efecto, EMP subraya que a lo largo de la historia, el hombre se ha pasado la vida escribiendo más geografía inventada que geografía de lo que realmente hay. Para un geógrafo es una verdadera fuente de inspiración esa tradición literaria geográfica de la que Verne se siente parte, una geografía fantástica que no renuncia a lo verosímil. Podríamos decir, asegura EMP, que Verne es un catedrático en geografía congetural, en geografía inventada que nunca fue. La propuesta geográfica de Verne en esta novela no es producto de un capricho, sino que presupone un estudio geográfico previo, un conocimiento de la literatura erudita, y un manejo de los principales libros de geografía y atlas de la época, como el Atlas de Hachette publicado en 1884, y que el propio Verne utiliza en la trama argumental de otra de sus novelas viajeras, César Cascabel, como el propio EMP menciona en su introducción a Claudius Bombarnac.

gNos acompañaron buenos amigos, como Charo Vergaz. Y por supuesto, no podemos olvidar a Óscar Martín, anfitrión de lujo, al que pudimos felicitar por su reciente nombramiento como responsable de la Casa del Libro de Valladolid. Como ya tuve oportunidad de decirle, volveremos.

Una velada deliciosa, pues, en la Casa del Libro de Valladolid, en compañía de estos tres geógrafos entusiastas de la novela ferroviaria de Verne, al que decidimos nombrar, con honores, cuarto geógrafo de esta singular excursión en tren por tierras de Castilla. El viaje de vuelta se pasó en apenas un suspiro, animados con las respectivas impresiones de la presentación, o como en el caso de EMP, dedicando ejemplares del libro a amigos que no pudieron acompañarnos.

¡Hasta la próxima!

2 comentarios en “Con Jules Verne en tren a Valladolid”

  1. Fué una de esas tardes que disfrutas como esos momentos que sabes que merecen la pena vivir.

    Sentarte y escuchar, aprender de los sabios.

    Ha sido y seguirá siendo un privilegio seguir contando con vosotros, para que nos sigáis regalando más momentos irrepetibles.

    ¡Gracias por venir!

    Un abrazo

    Óscar
    Casa del Libro Valladolid

    1. Querido Óscar. Siempre es un placer para Fórcola presentar un nuevo libro en Casa del Libro de Valladolid. Siempre nos hemos sentido muy bien arropados y acogidos. Gracias por vuestra cordialidad y profesionalidad, y mis mejores deseos para tu nueva etapa, querido amigo. Abrazos

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