Luis de León Barga / Libros, nocturnidad y alevosía, 2 de noviembre de 2023
Al adentrarnos en el siglo XXI y mirar hacia el anterior vemos lo que fue como un paisaje visto en la lontananza. Esto es lo que nos ocurre con el ensayo histórico-literario El esteta armado, escritores guerreros en la Europa de los años treinta de Maurizio Serra, bien traducido por Ester Quirós Damià y publicado con mimo por la editorial Fórcola. Serra nos ofrece una interesante perspectiva sobre la implicación de escritores, filósofos y artistas en un momento clave de la historia europea.
Como diplomático italiano que ha vivido en distintos países europeos, miembro de la Academia Francesa, autor de diversos ensayos sobre la primera mitad del siglo veinte, y de las biografías de Malaparte, Italo Svevo y D´Annunzio, entre otras obras, Maurizio Serra dispone de la suficiente destreza y conocimiento para desbrozar un camino nuevo sin tropezar en ideologías y sectarismos.
Lo primero que cabe preguntarse es quiénes fueron los estetas armados al que se refiere el título de este ensayo y el porqué de su importancia en la historia de Europa. Para explicarlo lo mejor es nombrar a T.E. Lawrence, Andrè Malraux, Gabriele D´Annunzio, W.H. Auden, Klaus Mann… En definitiva, escritores y hombres de acción que se radicalizaron políticamente en los años treinta durante la crisis de las democracias parlamentarias. Surgieron en todos los países europeos, aunque con distintas características. Serra los agavilla bajo el nombre de los “estetas armados” por su aproximación estética a la política. Con el fin de afinar el tiro, describe seis trayectorias significativas de intelectuales sin entrar en las artes figurativas y escénicas, para no sobredimensionar su investigación.
Más allá de los nombres o motivos en cada uno de ellos, tienen en común el intento de regenerar un sistema envejecido y decadente, incapaz de dar respuesta a los problemas de su tiempo. Por eso creen necesario un recambio de lo viejo y caduco, por lo joven y nuevo, representado por el fascismo y el comunismo. Un intento de rebelión contra los padres reales e imaginados.
Las raíces se encuentran en Nietzsche y Dostoievski. El esteta se recrea en la belleza y estos estetas armados buscan también la virilidad para enmendar la decadencia en la que perciben vivir. También les une un impulso homoerótico. Muchos de ellos fueron homosexuales declarados u ocultos. El papel de la mujer es menor en este grupo. Las que son aceptadas en estos círculos lo son por mujeres varoniles o fatales, como Erika Mann, las hermanas Mitford (una de ellas comunista y otras dos nazis) o la millonaria Nancy Cunard.
Sueñan con repetir la hazaña del Poeta-Condotiero por excelencia, D´Annunzio, que conquistó un territorio propio y estableció allí el reino de lo imposible, como hizo en Fiume después del Primera Guerra Mundial.
En los estetas armados pesan las trincheras de la Primera Guerra Mundial, muchos de los cuales vivieron, y les ayudan las vanguardias artísticas que les sirvieron de lanzadera, ya sea el dadaísmo, futurismo o surrealismo. La Gran Depresión tras el crack de la bolsa de Nueva York de 1929 agudiza las tensiones políticas, económicas y sociales. Entonces se van decantando hacia uno u otro lado de la barricada.
Necesitan certezas, nuevos altares, pero no todos los hombres de letras y grandes pensadores comulgan con ellos. Todavía hay quien apuesta por la razón y condena el nacionalismo. Tenemos a los filósofos Benedetto Croce y José Ortega y Gasset que en La Rebelión de las Masas acertará con el diagnóstico de su tiempo. O el escritor francés Valery Larbaud en un listado no demasiado amplio, pero tampoco pequeño.
El esteta armado está de moda en los años treinta. Florecen en la Francia republicana (Malraux, Drieu La Rochelle, Henry de Montherlant…) la Italia fascista (Filippo Tommaso Marinetti, Curzio Malaparte, Giovanni Comisso…) y en la Alemania de Weimar. Desde el dandismo al nazismo, Arnolt Bronnen sorteó con éxito el oleaje de su tiempo para recalar en la Alemania Comunista después de la Segunda Guerra Mundial. Su amigo Johannes R. Becher, poeta rebelde, íntimo de Bertolt Brecht e implicado en el asesinato de una prostituta, pasó de nacionalista a comunista, y terminó escribiendo el himno de la desaparecida República Democrática Alemana. El esteta armado más conocido entre nosotros de esa Alemania fue Ernest Jünger, aunque luego cambió de ruta. Y este es otro de los méritos de este libro que proporciona nombres desconocidos para el lector español.
En el Reino Unido tenemos el caso de T.H. Lawrence, popularmente conocido como “Lawrence de Arabia”, el esteta armado con denominación de origen. Un hombre ambiguo, huidizo, romántico, y como todo Poeta-Condotiero que se precie, rinde culto a la juventud, en su caso al amigo y discípulo muerto en combate. Será W.H Auden quien recoja el testigo, jefe indiscutible de los estetas armados del mundo anglosajón, según Maurizio Serra.
Los estetas armados viven al compás de un tiempo nuevo, en el que sobresale la aviación. En el corazón de todos ellos late una reencarnación de un Ícaro moderno. Antoine de Saint-Exupéry, Charles Lindbergh, Jean Mermoz, Italo Balbo, Richard Hillary, Malraux y tantos otros que practicaron el culto a la amistad viril, el desprecio de lo burgués, la atracción por el ruido del motor que despierta los sentidos embotados, pero también puede conducir a la muerte, como les sucedió a muchos de ellos.
Con el inicio de la Guerra Civil española, en 1936, los estetas armados se implican a fondo con uno u otro bando. La última guerra romántica, la guerra de los intelectuales y las ideologías, reúne todos los elementos para que revaliden sus causas y elecciones. Y estos hombres que desean influir en su tiempo creen poder liberar a Europa del peso de la historia.
Sin embargo, meses después de acabar la Guerra Civil española, estalla la Segunda Guerra Mundial. La Historia les aplastará a la mayoría. Europa arde por los cuatro costados, el humanismo burgués tan denostado por los estetas armados ha sido borrado del mapa, pero la decadencia que presintieron se acentúa en la posguerra.
Maurizio Serra se pregunta en la conclusión de su magnífico ensayo qué nos han dejado los estetas armados, si merece la pena leerlos o releerlos, incluso considerarlos de nuevo actuales, a pesar de la distancia que separa los años treinta del siglo pasado de nuestro mundo.
“El hecho de que, incluso allí donde se expresó por medio del desorden o la incoherencia, y culminó en luchas fratricidas, el testimonio de esa última generación real e idealmente “europea” sigue siendo auténtico y profundamente humano”, responde.