La publicación del libro ‘El caso Furtwängler’, escrito por Audrey Roncigli, profundiza en las dificultades políticas del director de orquesta alemán Wilhelm Furtwängler
Preslava Boneva / The Objective. 12/12/2022
En la figura del genial director de orquesta alemán Wilhelm Furtwängler (1886-1954), la frontera entre el colaboracionismo con el régimen nazi y la resistencia pasiva se convierte en una delgada línea. En Estados Unidos le llamaban «el director de orquesta de las manos ensangrentadas»; en Alemania «el maestro mimado de Hitler» y, para la mayoría, fue uno de los mejores directores de orquesta del siglo XX. ¿Fue lacayo cultural de Hitler? ¿Se limitó a «seguir el juego» y quedarse en Alemania para que le dejaran dirigir? ¿Es la resistencia un deber moral de los artistas?
Para que cada uno llegue a sus propias conclusiones la editorial Fórcola ha publicado el libro de la historiadora Audrey Roncigli, El caso Furtwängler. Un director de orquesta en el Tercer Reich, traducido por Gabriela Torregrosa y con prólogo de Daniel Capó. «El tema principal del libro no es defender o ir en contra de Furtwängler, sino completar su posición con detalles sobre él durante la guerra, pero también después de esta», afirma la escritora a THE OBJECTIVE.
Furtwängler no fue en absoluto una «marioneta ideal» para los nazis: a lo largo de su carrera dejó claro que sus decisiones estaban impulsadas por su deseo de hacer música bella más que por el favor político. Consumido por una exaltada creencia en el poder de la música, y con una capacidad sobrenatural para convencer a los oyentes de ese poder, Furtwängler dirigió a Beethoven y Brahms, Bruckner y Wagner, con una autoridad propia. «Creía en una ilusión. Pensaba que podía separar claramente la política de la música, lo que no era cierto en un régimen nazi. Especialmente porque los nazis pensaban que el arte ario era el mejor de todos y que podían hacer propaganda de sus ideales a partir del arte», relata Roncigli. Seguir leyendo…