Íñigo Linaje/ El Correo, sábado 13 de mayo de 2023
Si hay dos adjetivos que definen la personalidad de Luis Antonio de Villena son estos: transgresor y cosmopolita. La obra del escritor madrileño ha basculado siempre entre esos dos polos que, a su vez, han determinado su estética y sus intereses creativos. Si su poesía está llena de referencias culturales, lo mismo ocurre en sus artículos y ensayos. Esto es evidente, por ejemplo, en Biblioteca de clásicos para uso de modernos, donde repasa los nombres más destacados de la literatura griega. Y eso sucede también en La dolce vita, el «Breve diccionario sentimental de Italia» que acaba de editar en Fórcola.
Lejos de ser un catálogo de personajes más o menos ilustres, La dolce vita es una colección de semblanzas en la que conviven escritores y cineastas como Leopardi, Bertolucci o Pavese junto a músicos y artistas plásticos. Así, al lado de los de Visconti o Miguel Ángel, encontramos nombres menos conocidos –pero igual de atractivos– como Darío Belleza o Antonia Pozzi.
Una de las virtudes de este ensayo, que bajo cada perfil incluye un apéndice bibliográfico, es que permite descubrir al lector creadores italianos desconocidos para el gran público que, en algunos casos, el propio autor ha estudiado y traducido en primera persona.
Otra de sus particularidades estriba en que muchos de estos retratos tienen un claro componente autobiográfico, y lo mismo consignan los viajes a Italia de Villena que relatan sus encuentros con Mario Praz o Umberto Eco.
De esta manera, el libro se convierte en un hermoso mosaico donde la experiencia del poeta confluye con su triple condición de crítico, traductor y ensayista; un puzle aderezado –además– con oportunas dosis de lirismo, como corresponde a una de las voces más destacadas y audaces de su generación.