José Luis Melero. Heraldo de Aragón /Artes & Letras, 30 de septiembre de 2023
Los libros de Fernando Castillo son siempre alta cocina para los paladares mejor educados en el arte de leer libros exquisitos, diferentes, de sabores y sabidurías rotundos. Ya nos hemos ocupado alguna otra vez de ellos en este rincón de lecturas extravagantes pero generalmente bien condimentadas y especiadas, y nunca sujetas a los rigores de la actualidad.
Castillo publicó hace 6 años un apasionante ensayo sobre los escritores, periodistas e intelectuales españoles que vivieron en la Francia ocupada por los nazis: Españoles en París 19401944. Constelación literaria durante la Ocupación (Fórcola, 2017). París fue tomado por las fuerzas alemanas en junio de 1940 y no sería liberado hasta agosto de 1944, cuando la División Leclerc, en la que muchos republicanos españoles jugaron un papel muy destacado, entró en la ciudad con permiso del general Eisenhower. En esos 4 años, hubo en París mucha gente (la gran mayoría) que sólo esperó a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos; unos cuantos gaullistas y miembros de la Resistencia que se jugaron heroicamente la vida (y muchos la perdieron) por liberar a su país del yugo nacionalsocialista; y otros cuantos colaboracionistas que se repartían entre los militantes de la Légion des volontaires français contre le bolchevisme y los seguidores de Pierre Laval, y que al final de la guerra purgarían sus culpas acusados muchas veces por aquellos que no habían movido un dedo por expulsar a los invasores. Vamos, lo de siempre.
En medio de todos ellos, muchos españoles (republicanos exiliados, espías franquistas, agentes comunistas, corresponsales de prensa…) desplegaron una notable actividad, publicaron algunos libros tan interesantes como poco conocidos y dejaron constancia en sus crónicas de unos años negros y de la mayor de las vergüenzas de la Francia moderna: su invasión y vejación por una potencia extranjera.
Castillo nos presenta a esos españoles (más de 40 reseña) que residieron en el París de aquellos años y nos va narrando su peripecia vital, lo que escribieron y cuál fue su final. Entre ellos hay muchos muy conocidos, aunque no lo sean tanto las circunstancias, casi siempre trágicas, en las que vivieron, ni los libros que esos días publicaron; y otros de los que apenas habíamos oído hablar o sabíamos muy poco, y que son, por lo tanto, la parte más atractiva del libro.
Así, junto a los bien estudiados como nuestro Manuel Viola, Ruano, Victoria Kent, Quiroga Plá, Carles Riba, Carles Soldevila, Corpus Barga, Rivas Cherif, María Lejárraga, Marañón, Chaves Nogales, Bernabé Herrero, María Casares, Semprún, Max Aub, Consuelo Berges, Isabel del Castillo, Joan Estelrich o Josefina Carabias (de quien presenta un libro muy poco conocido, Los alemanes en Francia vistos por una española, publicado en 1944 con el seudónimo de Carmen Moreno), Castillo nos habla de otros muchos escritores y periodistas que apenas salen en los manuales: el vallisoletano Aurelio Cuadrado, antologado por Ruano y rescatado por Bonet, autor de un rarísismo poemario, Guitarra en París; el madrileño Marcial Retuerto, que dejó para la historia un librito, poco más de un folleto, sobre Cómo viven los españoles en París, con prólogo de Marañón; el filonazi Mariano Daranas, corresponsal de ABC, que denunció por masón a Bartolomé Calderón, periodista de Arriba; Álvaro de Orriols, poeta, dramaturgo y escritor de libretos de zarzuela; Efrén Hermida, que trató de convertirse en otro Altolaguirre y quiso montar una pequeña editorial para dar a conocer los libros de los autores españoles exiliados; Pedro de Basaldúa, que publicó un libro de recuerdos Con los alemanes en París. Páginas de un diario, del que yo no había oído hablar en mi vida; Ezequiel Endériz, navarro, bohemio y masón, que componía poemas de corte popular y cantas de jota; el muy olvidado Emili Gómez Nadal, que había sido secretario de Wenceslao Roces; José Ramón Alonso, corresponsal de Arriba en París y Vichy; o el interesantísimo Ferrán Canyameres, que entrevistó a Simenon y del que se publicó póstumamente su Diari íntim, en 1972.
Todo el libro es una enorme fuente de conocimiento y un manjar muy especial para los que gustan de los saberes –y de los sabores– que no están en el mercado. Tres estrellas Michelin para degustar al precio de un menú del día.