250 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE LUDWIG VAN BEETHOVEN (1870-2020)
En Fórcola celebramos el Año Beethoven con la publicación de Las nueve sinfonías de Beethoven, de la musicóloga y pianista Marta Vela, un ensayo erudito y documentado, didáctico y ameno, original en su planteamiento y que se lee con naturalidad, en palabras de Blas Matamoro, autor del prólogo.
Con Beethoven, la música sale de los salones y se torna algo decididamente público, que exige grandes espacios y mayores formatos orquestales. Superando la formación clásica heredada del siglo XVIII, sus Sinfonías, cada una con su propia personalidad, suponen el nacimiento de la formación orquestal moderna –que llega hasta nuestros días–, y la consagración del protagonismo, liderazgo y –para algunos– la tiranía del director de orquesta, como ya señaló Richard Wagner.
Todos los compositores posteriores, de la primera oleada romántica, hubieron de seguir el camino marcado por él hasta el engrose definitivo de la gran orquesta decimonónica. Beethoven tuvo la oportunidad de renovar todos los géneros musicales anteriores desde un indomable carácter, que se negaba a asumir la condición de compositor-sirviente de sus precursores, con un sólido argumento artístico: su genio y su propia creación musical, única e individual.
Además, con motivo del aniversario beethoveniano, Fórcola reedita Beethoven, el ensayo que Richard Wagner dedicó al genial músico. Con ocasión del primer centenario del nacimiento de Ludwig van Beethoven, Richard Wagner publicó el breve ensayo en 1870, en el que construye, siguiendo el pensamiento de Schopenhauer e inspirándose en las ideas estéticas de Goethe y Schiller, toda una teoría de la música, esa experiencia que nos fusiona con la totalidad de la naturaleza, acercándonos al infinito, un más allá de la belleza: lo sublime, «algo que nos colma y que excita en nosotros el éxtasis de la consciencia de lo ilimitado».
Para Wagner, Beethoven, «el modelo de músico», elevó lo estético a la categoría de lo sublime, liberándolo de las antiguas formas convencionales, conquistando así la melodía que su genio, encarnación del espíritu alemán, emancipó de todo influjo a la moda y todo mudable gusto, creando una música «válida para todos los tiempos». Wagner le atribuye haber conseguido un modelo de música sinfónica para formular el canto, con su Novena Sinfonía.