La pasada semana falté a una cita importante: el party que la editorial Trama ofreció a colegas y amigos, en su sede de Blanca de Navarra 6, con motivo de la aparición del número 14 de la revista Texturas, monográfico dedicado al futuro de las librerías. En la reflexión sobre «los futuros del libro», el capítulo de las librerías es un gran tema que ocupa y preocupa a muchos profesionales del sector del libro. No hay que decir que en primer lugar a los propios libreros (varios de ellos comparten sus reflexiones en este número de la revista); por supuesto, también a los distribuidores y, cómo no, a los editores. No es para menos: estamos hablando de los nuevos retos del canal tradicional de venta del libro, donde no sólo está en juego el futuro de un nutrido y variado colectivo de trabajadores (retos que pueden implicar, según algunos, la reconversión del sector), sino incluso la redefinición de un ecosistema industrial y comercial que, aunque se ha mantenido eficaz durante más de cuarenta años, últimamente ha mostrado marcados signos de fragilidad y una imperativa necesidad de rediseño.
Distribución, descuento medio, margen de beneficio, descuento por volumen, facturación por lineal, estrategias de marketing push-pull, porcentajes de devolución, cuentas de explotación, todas ellas son «construcciones semánticas» que circulan con frecuencia en las conversaciones y reflexiones entre profesionales de la industria del libro, pero que responden a una realidad, la del libro como producto de consumo, que tiene significado tan sólo para unos pocos. Hablamos mucho del futuro del «libro», pero olvidamos que nosotros, los que trabajamos en este sector, hemos dotado al concepto «libro» de un campo semántico, de un meta-significado, que dice mucho de la industria y del canal comercial, pero olvida, como siempre, al interesado final. Seguimos aplicando a nuestros razonamientos la lógica del «producto», sin tener en cuenta la lógica del mal llamado «cliente» o «usuario». Olvidamos que éste es, antes que nada, persona concreta, y que en su transitar diario, su actitud ante el libro no es la de «comprador de libros», sino la de «lector». Esto, si me permiten, supone un importante giro copernicano de la cuestión.
Falté al party de Trama para asistir a una cita previa no menos singular: Rosa Mª Ávila, Directora del Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla, tuvo a bien invitarme a un encuentro con los miembros del programa de la Tertulia Literaria Sevilla se lee, dirigido y coordinado por Lola González Gil. El Aula de la Experiencia es un «programa de desarrollo científico-cultural y social» dirigido a mayores de 50 años. Su objetivo es doble: «promover la ciencia y la cultura» y «promover las relaciones generacionales e intergeneracionales, para mejorar la calidad de vida de las personas mayores y fomentar la participación de éstas en su contexto como dinamizadores sociales».
Mi buena amiga Lola González, artífice de este encuentro, una apasionada de la lectura y de los libros, con una sólida formación y una experiencia de vida que se materializa en una pedagogía crítica militante y comprometida (sustentada en su denominado «método caótico-analítico-sintético»), conoce desde hace tiempo mi labor como editor.
Desde un principio, hemos compartido esta necesidad de reflexionar sobre el lector y la lectura y, por supuesto, nuestras respectivas bibliofilias y bibliofrenias.
El encuentro con este grupo de la Tertulia Literaria ha sido para mí una experiencia vital muy positiva y enriquecedora. El objetivo era que los tertulianos conocieran el trabajo de un editor, para lo cual pudiesen hacer las preguntas que quisiesen. En apenas unos minutos, tras las presentaciones oportunas, y durante dos largas horas, aquello se convirtió en una verdadera tertulia, donde cada cual fue no sólo preguntando sino compartiendo con los demás sus propias experiencias en torno a la lectura.
Sí, fue inevitable alguna respuesta (más o menos acertada por mi parte) sobre el libro electrónico, pero el grueso de las intervenciones y conversaciones, giró en torno a los siguientes temas:
- -La experiencia como lectores como un valor a transmitir a las nuevas generaciones.
- -La dimensión interpersonal de la lectura.
- -La importancia de los clubes de lectura.
- -El libro como un bien donde tradición y vanguardia se dan la mano.
- -La necesidad de forjar el propio criterio como lectores maduros.
Tras la intensa tertulia, donde vivimos verdaderos momentos mágicos, de sintonía y mutuo entendimiento, cerré el encuentro con mi intervención, que titulé “Leer, editar la vida”, y que versó sobre algunas reflexiones sobre el arte de leer y el oficio de editar. Compartí con los asistentes las tres enseñanzas que me transmitió mi padre:
- -La importancia de la vocación personal en el oficio que desempeño.
- -La relevancia de la «segunda mirada», como brújula con la que oriento mi labor como editor.
- -El compromiso de dotar de «densidad vital», y en ese sentido, compromiso cultural, estético, social y hasta político, a todo lo que edito.
Volví esperanzado de Sevilla. En nuestra reflexión sobre «los futuros del libro» seguiremos debatiendo sobre librerías, distribuidoras y editoriales. Pero lo que aprendí es que, gracias a nuestros mayores, lo que sí tiene futuro, porque está muy viva, es la lectura.
Querido Javier: Es un honor y un placer compartir amigos y pasiones contigo y con Fórcola. Creo que tu generosidad y desinteresada visita quedará entre las más valiosas experiencias de nuestro modo de Editar la vida. ¡Qué poco reseñas de ella! -por cierto-. Recordé el libro de Amorós, Momentos mágicos de la Literatura, y Fórcola es ya para todos una verdadera pieza artesanal que nos ayudará a seguir navegando por ese extraño mundo de los VALORES.
Querida Lola, el placer y el honor fueron los míos. Editar la vida es una tarea que compromete la propia existencia, y que se construye a base de trabajo artesano, pulido con los años, y enriquecido con la experiencia de la tradición y con la que nos transmiten los buenos amigos. La misma paciencia y oficio que requiere, precisamente, tallar en una sola pieza de madera una fórcola veneciana, aprovechando la curvatura natural de un árbol. Gracias por todo, como siempre.
Como integrante de la Tertulia Literaria, quiero expresar que fué un verdadero honor contar con tu partipación en la misma. Como ya se ha dicho, fueron momentos realmente mágicos y las horas que compartimos nos parecieron a todos insuficientes ante el raudal de estusiasmo que fuiste capaz de transmitirnos.
Pienso que tu presencia ha marcado para todos un punto de inflexión y referencia en nuestra afición lectora.
Nuestro agradecimiento a ti, a Fórcola Ediciones, así como a Lola y Rosa María Avila, por tan extraordinaria iniciativa.
Querido Pascual, me siendo muy honrado por tus palabras, pero sobre todo feliz al comprobar que el entusiasmo por la lectura y los libros sigue siendo el arma más contagiosa que existe, a parte del amor. Os deseo la mejor de las singladuras en vuestro viaje por los libros, y que vuestra comunidad, casi comuna, lectora siga tocando y leyendo los libros con esa pasión y ese compromiso con la cultura y la belleza. Por favor, transmite a tus compañeros todo mi cariño y un abrazo enorme.
El Aula de la EXperiencia ha sido, hasta ahora, de lo mejor que me ha pasado en mi vida y, desdeluego, lo mejor de mi periodo de jubilación. Por si ello fuera poco, el pasado curso tuve la gran fortuna de participar en la TERTULIA LITERARIA como miembro integrante del Grupo, que ha significado la guinda de esta maravillosa tarta. Desde este foro, quiero agradecer mi recuperación a la lectura a todas las personas que la han hcho posible, y, de manera especial a Rosa María Ávila y a Lola Gonzalez, esa maravillosa Lola, artífice de la Tertulia. También a todos los ilustres invitados, destacando al director de Fórcola porque sus constantes alabanzas a su progenitor, durante el discurso conque nos deleitó en su visita, me impactó de tal manera, que así se lo hice saber al propio señor Jimenez, en mi turno de intervención.. Y, por supuesto, a todos mis compañeros
Sólo espero que en el próximo curso, tenga cabida también esta maravillosa faceta de la educación, y así se lo pido a nuestra Directora. Gracias, gracias a todos
Querido Juan, mi vista a vuestra aula de la Experiencia fue un momento entrañable y muy enriquecedor: volví a Fórcola con el convencimiento de la gran labor de Lola González y el valor de esta magnífica iniciativa que ampara la Universidad de Sevilla. Mis mejores deseos para el nuevo curso, y un fuerte abrazo para ti, Juan, y para todo los amigos de la tertulia literaria.