Sin lugar a dudas, Cortázar y los libros: un paseo por la biblioteca del autor de Rayuela es un buen título para un libro, sobre todo si es un libro escrito por Jesús Marchamalo, el autor de Tocar los libros, esa rareza bibliográfica que se ha convertido en objeto de culto de la blogosfera bibliófila. Y si había un buen lugar para presentarlo en sociedad, al menos en Madrid, el mejor ha sido sin duda ninguna Tipos Infames, el «garito con mucha clase» que propone esa magnífica combinación de libros y vinos.
Como broche de oro para una tarde noche especial de libros sobre libros, Estrella de Diego, verdadera «Maga», hizo las veces de maestra de ceremonias, protagonizando ese genial dúo, o conversación chispeante y llena de guiños en que se convirtió esta velada literaria. Nos acompañaron muchos amigos de Fórcola, de Tipos Infames y de Jesús Marchamalo, incluso amigos virtuales de Facebook y Twitter, alguno de los cuales logramos desvirtualizar gracias a esta maravillosa excusa.
No faltaron los incondicionales Blas Matamoro, Daniel Marías, Jaime Fernández ni por supuesto Silvano Gozzer. Y para nuestra alegría, nos acompañaron Javier Gomá, Celia Martínez y Javier Goñi, de la Fundación Juan March, a los que no nos cansaremos nunca de agradecer su gran ayuda y apoyo incondicional en la realización de este libro.
Estrella y Jesús nos deleitaron a los presentes (expectantes en esa especie de camarote de los hermanos Marx en que se convirtió la cueva de Tipos Infames, donde ya no cabía ni el plomero), con una conversación amena y lúcida sobre Cortázar, sus libros, sus amigos, sus lecturas, sus manías y su biblioteca.
Os dejo algunas de las preguntas que Estrella hizo a Jesús, y algunas de las respuestas que el autor de Cortázar y los libros nos regaló a los concurrentes:
Estrella: –¿Se puede conocer a alguien por su biblioteca?
Jesús: –Sí, desde luego, los libros de nuestras bibliotecas personales hablan muy bien de quienes somos.
E.: –Podríamos afirmar que tu libro traza una cartografía de un Cortázar imaginario a través del comentario de los libros de su biblioteca personal.
J.: –Me ha interesado contar al lector «nutritivo» que era Cortázar, un tipo que entraba en los libros «con los tanques», y dialogaba con el autor de cada uno de ellos, dejándole comentarios al margen.
E.: –Está claro, al leer tu libro, que no hablas de Cortázar, sino de ti mismo y de tu pasión por el personaje, en una especie de «coup de foudre», de admiración y fascinación por Cortázar, pasión que se transmite y es uno de los atractivos de tu libro.
J.: –Efectivamente, Cortázar era un personaje legendario para los de mi generación.
E.: –Es que eres un poco mitómano, Marchamalo. Pero solo un poco…
J.: –Pero solo un poco (ja!). Sí, soy un mitómano, y precisamente esa fascinación por el personaje, al que nunca pude conocer en persona, me llevó a, pasados estos años dedicados a investigar y contar la biblioteca de Cortázar (en el Círculo de Lectores y en el Instituto Cervantes), a terminar este libro, era algo debido. Y mi tarea concluyó hace unos días cuando pude hacer esta foto al pie de la casa de la Rue Martel donde tuvo su último apartamento y sus libros Julio Cortázar.
E.: –Háblanos del mundo de las erratas de la biblioteca de Cortázar.
J.: –Cortázar era el padre de todas las manías, y una de ellas era señalar obsesivamente, de forma inclemente, las erratas de los libros de sus amigos o de los que leía por diversas razones. El comentario a Otero Silva que comentamos en el libro es demoledor, buen ejemplo de esta manía de Cortázar.
E.: –Sorprende esta obsesión de Cortázar por la errata, precisamente en un escritor cuya literatura es muy precisa. Quizá el descubrimiento de estos detalles (subrayados, comentarios, admiraciones, dibujos, papeles) en los libros de Cortázar te lleva a reordenar su biblioteca…
J.: –Efectivamente, la biblioteca de Cortázar, tal como está ordenada y catalogada por los bibliotecarios de la Fundación Juan March (donde está alojada desde 2003 gracias a la donación de Aurora Bernárdez), es una propuesta de ordenación. Pero una vez que empiezas a curiosear por sus anaqueles y abres los libros te das cuenta que se puede establecer «otro orden», volviendo a sus orígenes, tal y como la tendría ordenada el lector Cortázar. Quizá así podríamos recuperar de alguna forma el uso personal que le daría su dueño, gracias a esa intimidad que revela la historia de cada libro una vez que lo abres.
E.: –Es como reordenar la biblioteca, ¿no?
J.: –Quizá sí. Cada detalle de cada libro es como una llave, la clave que te permitiría lograr esa reordenación.
E.: –Porque en la colocación de nuestros propios libros en nuestras bibliotecas personales hay siempre una intencionalidad…
J.: –Sin lugar a dudas, nunca es inocente cómo se colocan los libros en la biblioteca. Seguro que Cortázar, en la rue Martel, no dejó al azar el orden de sus libros.
E.: –Cambiando de tema, es significativo confirmar las amistades de Cortázar por la gran cantidad de libros dedicados que conserva; pero también son muy reveladoras las ausencias…
J.: –Sí, en la biblioteca de Cortázar no faltan los libros de Vargas Llosa (aunque no son muchos), los Octavio Paz (aquí sí hay muchos, muy subrayados y comentados); en cambio, es notoria la ausencia de Borges…
E.: –¿Se llevaron mal Borges y Cortázar?
J.: –Podríamos decir que mantuvieron una no-relación muy cordial.
E.: –¿Era bibliófilo Cortázar?
J.: –No, desde luego. Su biblioteca es la de un lector que subraya o dobla las páginas de los libros, que los abre bien, que los marca. Son muy frecuentes en su biblioteca las ediciones de bolsillo de los años ’60 y ’70 de Penguin.
E.: –Nos descubres en tu libro esa costumbre warholiana de Cortázar de meter cosas en los libros, a modo de «cápsula del tiempo»…
J.: –Sí, en sus libros podemos encontrar recibos, telegramas, y hasta flores… La edición de Las flores del mal, de Baudelaire, se ha convertido en un verdadero herbario. Son secretos de esa cartografía oculta de la biblioteca, junto a las dedicatorias, los comentarios y subrayados.
E.: –Se convierte así, la visita a su biblioteca, en una especie de viaje en busca de una persona conocida.
J.: –Eso tiene que ver con la idea de que la literatura se contagia de los que leemos.
E.: –Recuerdo la cita de Proust en su Sobre la lectura, donde desarrolla esa idea de que recordamos mejor los lugares o las personas con las que estábamos cuando leíamos que aquello que precisamente estábamos leyendo.
J.: –Y ahí el azar tiene mucho juego. Cortázar creía en el azar.
Estrella de Diego terminó describiendo Cortázar y los libros como un libro caprichoso y delicioso, un libro especial para esta tarde-noche especial.
Gracias a todos los que pudisteis acompañarnos ayer, y gracias a nuestros amigos de Tipos Infames por su complicidad y su cordial acogida.
Hasta la próxima.
Lo pasamos genial, Jesús engancha en todos los sentidos, lástima que el tiempo no diera para más. Le seguiremos muy de cerca. Buen trabajo.
Gracias Juanky, la verdad es que Estrella de Diego tuvo razón: es un libro especial y fue una tarde especial. Me encantó veros en Tipos Infames. Gracias por acompañarnos. Un abrazo
No pude asistir. Seguro que fue todo un éxito. Saludos de un cronopio perenne
Querido Damián, estuviste de corazón. Como un cronopio más, y qué cronopio. Abrazos afamados