Luis Pancorbo presenta Auroras de Medianoche

Uusijoki

Toda presentación de uno de nuestros libros produce en mí una mezcla de emoción y expectación: la emoción de ver cómo, tras mucho esfuerzo y dedicación, la editorial continua su singladura a pesar de los mares embravecidos que atravesamos; la expectación ante las posibles reacciones de los lectores ante el nuevo título.

a1En esta ocasión la emoción era doble. Gracias a Manuel Lucena, investigador del CISC y columnista habitual de ABC Cultural, conocí hace unos meses a Luis Pancorbo, antropólogo, periodista y uno de los grandes reporteros de RTVE, a quien debemos aquellos maravillosos capítulos del legendario programa  «Otros pueblos». Su libro me hechizó desde el principio. Después de meses de trabajo, ayer lo presentamos en la Sala Ámbito Cultural de El Corte Inglés.

Nuestra anfitriona en esta ocasión, Margarita Sañudo, en sus palabras de introducción, nos participó a los asistentes una primera aproximación ciertamente reveladora del contenido del libro: su carácter «sensual», en la primera acepción del término: un libro que entra por los sentidos, una narración plagada de referencias a los sentidos. Y en efecto, las páginas de Auroras de medianoche: Viaje a las cuatro Laponias, de Luis Pancorbo, están llenas de colores, de olores, de sonidos y de silencios, todos ellos procedentes de una de las regiones más fascinantes del norte de Europa: Laponia, la región de los sami.

aEn mi intervención señalé cómo, frente a otros libros de Luis Pancorbo, donde la crónica trepidante y la fugacidad de las etapas marcan la dinámica del viaje (como es el caso de La última vuelta al mundo en ochenta días), en su libro sobre Laponia prima la contemplación serena, la calma, el sosiego. En sus capítulos, según uno avanza en la lectura, descubre y confirma que es precisamente el paisaje uno de los protagonistas principales de esta deliciosa historia. Un viaje, por lo demás, que exigirá al lector estar muy pendiente de la geografía, en sus distintos matices (geografía física, geografía política…), y que no podrá proseguirse sin satisfacer la imperiosa necesidad de caminar con el dedo índice por un mapa o un atlas.

bMariano López, director de la revista Viajar, y buen amigo de Pancorbo, comenzó su charla con el autor haciéndonos partícipes a los asistentes de lo oportuno del título del libro, Auroras de medianoche. En efecto, la primera aurora boreal, como el primer beso, no se olvida nunca. La fascinación y el amor por Laponia le vienen a Pancorbo de lejos, y ese amor queda de manifiesto en las primeras páginas del libro, como tuvo a bien leernos Mariano López:

«Si luego de comer un plato de oso con bayas sales a la calle, que es el campo, hace bajo cero y brillan las auroras boreales de medianoche, pintando el cielo de unos verdes que no se dan ni en el Amazonas, no echarás de menos otro lugar de este planeta».

La primera Laponia que conoció, nos confiesa Pancorbo en su primera intervención, fue la de Suecia, cuando trabajó como corresponsal de RTVE en Estocolmo. Ya entonces descubrió que no se trataba tanto de «cazar auroras boreales», como de «ser cazado» por ellas. En la vida no todo es producto de una inferencia. La experiencia de vida es más importante a veces que cualquier explicación científica, y lo que sí es cierto es que la magia de las auroras le atrapa a uno de por vida. Eso sí, y aquí una de las claves del libro: hay que contemplarlas en silencio. El libro de Pancorbo desconcertará y atrapará a sus lectores urbanitas, saturados del ruido y la trepidación de la ciudad en la que vivimos: sus páginas crean silencio y nos enseñan a mirar.

La vida de un sami, habitante de Laponia, gira en torno a unas fiestas, de un calendario, que tienen una vinculación directa con el reno. Y es que el reno es la vida para un sami, en esta geografía extrema, como el camello lo es para los habitantes del desierto.

cA lo largo de la presentación hubo momentos sublimes en las que los asistentes llegaron a contener la respiración, absolutamente cautivados por la sabiduría humilde y cercana de Pancorbo. Uno de ellos fue cuando nos explicó que la época denominada «kaamos» es la estación cuando apenas hay luz diurna en Laponia; si acaso, cuando el suelo está nevado, aún hay cierto reflejo. Hay ocasiones en las que se puede contemplar el llamado «momento azul», que apenas dura un instante, pero que se vive como algo inolvidable, como el legendario «rayo verde» que dice la tradición que se puede contemplar en la puesta de sol desde algún rincón de Sicilia o de Capri.

Laponia está lleno de lugares mágicos, nos siguió contando Pancorbo en conversación con Mariano López. La mitología y la antropología cultural de los sami son muy ricas. «Sami», es decir, «nosotros», «la gente», frente a los lapones. Los sami fueron cristianizados muy tardíamente, pero aún conservan muy arraigadas creencias y tradiciones autóctonas. Los sami, por ejemplo, lloran el nacimiento pero celebran la muerte.

Los sami son un grupo compacto que habita históricamente esta región que denominamos Laponia, que tiene una unidad geográfica y cuyo paisaje tiene unas características muy determinadas, presididas por un lado por la taiga, ese interminable bosque de coníferas, lleno de colores, y por otro los paisajes nevados de la tundra del círculo polar ártico.

fEn la presentación nos acompañaron buenos amigos, como Lorenzo Casany de Aurora Boreal o Manuel Velasco de Territorio Vikingo. No faltaron Gabriela Torregrosa, correctora del libro, o Javier Cacho, que comparte con Pancorbo su fascinación por las auroras boreales.

La publicación del libro de Pancorbo surgió de un encuentro propiciado por Manuel Lucena. Nos presentó en la tertulia de la Revista de Occidente en la sede de la Fundación Ortega y Gasset, lugar con una tradición filosófica muy marcada, tanto por Giner de los Ríos como por el propio Ortega y Gasset, que elevaron el paisaje a objeto privilegiado de la reflexión filosófica. Aquellas Notas de andar y ver orteguianas no dejan de ser fuente de inspiración de este antropólogo viajero y cronista de otros pueblos tan lejanos al nuestro. En ese espíritu, tan en la línea del Instituto Libre de Enseñanza, Pancorbo acompaña al lector en este viaje a Laponia y le enseña a mirar.

El cisne de Tuonela

 

Finalmente, una recomendación musical para los lectores: no dejen de saborear la prosa de Pancorbo sin tener de música de fondo los compases de Finlandia, el Vals Triste, o sobre todo la Suite Karelia o El Cisne de Tuonela del compositor finlandés Jean Sibelius: multiplicarán el efecto de esta cautivadora y a veces melancólica mirada por las tierras de los sami.

Feliz lectura.

 

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