Esta mañana me he despertado con México en el corazón. La muerte de Carlos Fuentes ha disparado mi imaginación y mi memoria, despertando toda la inteligencia emocional que me vincula con la cultura mexicana, desde hace años. Se precipitan mis recuerdos. Leí pronto a Carlos Fuentes: Terra nostra, en un ejemplar que me regaló hace muchos años un joven ecuatoriano que conocí de forma casual en Madrid, y que resultó ser el escritor Leonardo Valencia Assogna. Gracias a él también descubrí el ensayo Los hijos del limo, de Octavio Paz, que me deslumbró.
Pero necesito algún testigo documental, más allá de la memoria sentimental, para datar mi relación personal, más acá de libros y lecturas, con México. Esta vez el apoyo me lo brinda mi pasaporte (siempre en mi escritorio, donde trabajo, como advertencia de que todo editor es un viajero, y ha de estar preparado siempre para emprender un nuevo periplo: viaje, libro o lectura).
Mi primer viaje a México, confirmo en la página 15 del pasaporte, fue el 25 de noviembre de 2001. Mi destino era la Feria del Libro de Guadalajara, en el estado de Jalisco, el mismo donde nació Juan Rulfo.
Después vinieron más viajes, y los matasellos se repiten (en tinta roja, verde o azul), como una cita permanente, en las páginas de ese pasaporte ya caducado: 29 de noviembre de 2003; 26 de noviembre de 2005; 25 de noviembre de 2006; 24 de noviembre de 2007; 29 de noviembre de 2008. Hasta mi última cita, mi séptimo viaje a Guadalajara, último hasta ahora, pero principio de todo: 28 de noviembre de 2009.
Ocho años más tarde de mi primer aterrizaje en tierras mexicanas, seis viajes por medio, Fórcola fue presentada oficialmente al público en la FIL de Guadalajara. Mi primer título, Si quieres lee, de la colección Señales, tenía como autor, como no, a un mexicano: Juan Domingo Argüelles, poeta, ensayista, crítico literario y editor.
Han pasado tres años, y Fórcola continúa con su singladura, atesorando ensayos mexicanos. Con Juan Domingo Argüelles, buen amigo, al que conocí precisamente en la presentación de nuestro primer libro, repetimos, esta vez en la colección Singladuras, con su hermoso libro Escritura y melancolía, para el que me rogó que preparase un epílogo. Meses más tarde conocí a Mauricio Montiel, del que publiqué su lúcido ensayo Paseos sin rumbo, en el que Mauricio volcó toda su sabiduría sobre el cine del siglo XX. Después llegó Octavio Paz, del que me enorgullece haber publicado su ensayo Los signos en rotación, cuya edición preparó Juan Malpartida, ensayista y poeta, quien fue amigo y discípulo de Paz.
Y llegamos a otro de los grandes de la cultura mexicana: Alfonso Reyes, de quien publicamos en 2011 su hermoso ensayo titulado Libros y libreros en la Antigüedad, un texto que entronca con dos de las pasiones de Reyes: la cultura clásica, de la que era un estudioso entusiasta, y la bibliofilia y amor a los libros.
Hoy, cuando el mundo de la cultura llora la pérdida de Carlos Fuentes, se cumple el aniversario del nacimiento de Juan Rulfo (nacido el 16 de mayo de 1917 en Saluya, estado de Jalisco). Coincidiendo con la efeméride, por puro azar, hoy damos de alta en nuestra web Juan Rulfo. Biografía no autorizada, el nuevo libro de la argentina Reina Roffé. Vaya como homenaje libresco, cultural, emotivo, a uno de los grandes de las letras mexicanas y de las letras en español, Carlos Fuentes, rulfiano de pro.
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