Descripción
El famoso músico y empresario Maurice Strakosch, amigo de Rossini y en buena parte responsable del éxito de la soprano Adelina Patti, hablaba de las divas en estos términos: «La cantante que quiera convertirse en diva ha de poseer una voz maravillosa, un gran talento dramático y una fascinante belleza. Su ascendiente sobre el público ha de estar fuera de toda objeción y a su original personalidad ha de añadir una constitución física de hierro». Además, una diva no lo será hasta que no encuentre a otra digna de ser su rival; presa de la rumorología o protagonista de escándalos de todo tipo, no siempre conseguirá obtener opiniones unánimes respecto a su técnica, la calidad de su voz o su capacidad de interpretación, por parte de los críticos, músicos, escritores y poetas de su tiempo.
Algunas muy bellas, otras no tanto, –incluso hubo alguna muy fea–, las divas, incansables, han de viajar por todo el mundo, desplazarse continuamente como el Judío Errante, de teatro en teatro, para lograr su fama. La diva es una intérprete que por la sublimidad de su arte pierde carnalidad para obtener inmortalidad, privilegio de unas pocas.
Detalle de cubierta: (C) Damián Flores, 2015.
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