Entrevista a Jaime Fernández, autor de
La ciudad de los extravíos: Visiones venecianas de Shakespeare y Thomas Mann.
¿Cuál fue el hilo conductor que te llevó a comparar El mercader de Venecia y La muerte en Venecia?
Todo comenzó con una evidencia: que las historias que se narran en las obras de Shakespeare y Thomas Mann transcurran en la misma ciudad y que sus autores dejasen constancia de ello en sus respectivos títulos. A partir de esos puntos comunes, empecé a tirar del hilo y, para sorpresa mía, descubrí algunos curiosos paralelismos. El primero de ellos es que los personajes principales de ambas obras tomen decisiones, en principio determinantes para sus destinos, ciñéndose al guión de alguna metáfora recibida; el mercader Antonio, influido por el episodio de la pasión y muerte de Jesús, y el escritor alemán Gustav Aschenbach, por su interpretación de la teoría nietzscheana de la fusión de lo apolíneo con lo dionisíaco. De ahí la cita de George Eliot que encabeza el libro: «Porque a todos nosotros, personas serias o frívolas, las ideas se nos enredan en metáforas, y actuamos inevitablemente fundándonos en ellas».
Otro elemento común que hallé es la huida de estos dos personajes, huida «interior» en el caso de Antonio, y también geográfica, en el de Aschenbach. Tratan de escapar de la realidad que les ha tocado vivir porque en ella no encuentran un lugar para sus sentimientos «inexplicables», como le ocurre a Antonio, o para sus inquietudes estéticas, como le sucede a Aschenbach.
Venecia es la ciudad que, por su poderosa personalidad, cosmopolitismo y riquezas artísticas, atrae al escritor que pretende romper sus lazos con la burguesía para la que ha escrito sus libros y donde, antes de morir, espera pagar su deuda con la vida, provocando un episodio apropiado para la biografía de un artista genuino. Al concebir El mercader es posible que Shakespeare pensara que en una ciudad relativamente abierta como Venecia siempre sería más verosímil para los lectores-espectadores el doble conflicto que se plantea en la obra: el emocional, plasmado en la confusa relación de Antonio con el joven Bassanio, y el de índole religiosa, que mantiene el católico mercader con el judío Shylock.
El homoerotismo está presente en ambas obras ¿Cómo lo has abordado en tu libro?
En El mercader de Venecia, Antonio se comporta como un enamorado que desea ser correspondido. Su única ilusión en el mundo es Bassanio, una exclusividad que se acentúa por las dificultades para expresar su amor y el convencimiento de que carece de futuro. En cuanto a Aschenbach, su extraña atracción por el bello Tadzio puede interpretarse como la oportunidad que necesitaba para romper los vínculos con su pasado de escritor burgués y arrojarse al precipicio de lo prohibido, tal como lo entiende él, donde la belleza está desprovista de expresión verbal. Aschenbach contempla al adolescente polaco como si fuese una hermosa estatua de Apolo, sin esperar apenas una respuesta de él. Al final la experiencia dionisíaca que cree estar viviendo es la que él mismo construye con su imaginación literaria.
El análisis sobre antijudaísmo está muy presente en tu libro. ¿Qué papel desempeña en El mercader de Venecia y La muerte en Venecia?
En El mercader, el antijudaísmo de Antonio evidencia una profunda crisis de identidad derivada de su marginación invisible, que le llevará a compararse ante Bassanio con la «oveja enferma del rebaño» condenada a morir. El mercader encuentra en Shylock (enlace al monólogo interpretado brillantemente por Al Pacino) el pretexto que necesita para canalizar esa crisis, que incluso espera resolver ante la perspectiva de morir asesinado por el prestamista, como un nuevo Jesucristo. En cuanto al papel de Shylock es el que le asignan Shakespeare y los personajes cristianos: el del arquetipo de judío irredento, descendiente de Judas, el apóstol traidor y codicioso. Privado de los beneficios de la Gracia, el prestamista está ciego para el amor desinteresado del que los bautizados dan sobradas muestras en la obra.
En La muerte en Venecia, la cosmovisión de Aschenbach está influida por la mentalidad pangermanista, la idea de que Alemania estaba llamada para cumplir una elevada misión cultural, y quizá política, en Europa. Aunque al elegir Venecia como destino en el que consumar su rebelión antiburguesa, siga el ejemplo de otros compatriotas suyos que en el pasado «huyeron» también al sur mediterráneo, en busca de luz, color, vida y libertad, Aschenbach descubre que éste es, además de pobre, tramposo, sucio y traidor como la peste que sigilosamente invade las calles venecianas. Por ello, en la novela de Mann la Verdad está representada por el empleado inglés del banco que confirma a Aschenbach la veracidad de los rumores sobre la peste que intentan desmentirle en el lujoso Hotel des Bains en el que se aloja, y la Belleza nórdica y de ojos azules por Tadzio, hijo de una noble familia polaca.
Ya sabemos la sangrienta deriva que esa mentalidad tuvo en la propia Alemania y en Europa a raíz de la Primera Guerra Mundial, pero sobre todo bajo el régimen nacionalsocialista.
¿Qué le deben los personajes de estas dos obras a Don Quijote?
Volviendo a la cita de George Eliot, Antonio y Aschenbach se parecen a Don Quijote en que, al conducirse de acuerdo con metáforas-leyendas, recuerdan al hidalgo que decidió transformarse en caballero andante tras devorar muchos libros de caballerías. Algo del espíritu de Don Quijote parece latir también en estos personajes. En primer lugar, su marginación de la mayoría homogénea. Aunque Antonio la tema, y de hecho se vea obligado a disimular que está tan integrado en la sociedad veneciana como cualquiera de sus amigos «normales», intuimos que en su amor a Bassanio subyace una nostalgia quijotesca de una época dorada -la adolescencia y la primera juventud-, en la que los sentimientos se expresaban sin los desagradables límites y convenciones vigentes en el mundo adulto de la época. Tras el compromiso de Bassanio con Portia, el mercader despierta a una realidad ingrata, a la que no sabe cómo enfrentarse, lo que le abocará a una especie de exilio interior. Aschenbach se parece a Don Quijote en su deseo de rebelarse contra el elemento burgués en el que vivió durante años y en la calculada sustitución de su vieja identidad de escritor áulico por la mucho más sugerente de artista antiburgués, capaz incluso de cortejar a un hermoso adolescente en una Venecia contaminada por la peste.
¿Por qué Venecia sigue siendo un icono con tanto poder de atracción?
Por su singularidad, por las huellas que ha dejado allí la historia, por la impronta del elemento oriental, por su rango de ciudad abierta y cosmopolita. Venecia ha sido herida por el tiempo, que durante siglos la mantuvo en una dulce decadencia, pero no por los zarpazos de la historia.
¿A qué tipo de lectores crees que puede interesarles tu libro?
A aquellos que no han leído ninguna de las dos obras comentadas, porque puede despertarles el apetito de leerlas, y a quienes las conocen, porque puede ayudarles a comprenderlas mejor y de paso animarles a una provechosa relectura.
¿Qué te anima a escribir estos comentarios de obras clásicas?
La lectura es un diálogo con un libro, que puede durar años, aunque sólo sea por la simple razón de que nunca leemos con los mismos ojos. El texto permanece invariable, pero nosotros no, y esa variabilidad nuestra tiende a vigorizar la lectura. Hay libros que nos incitan más que otros a sostener con ellos largas conversaciones.
Me gusta mucho la entrevista, Javier. Me gustan las entrevistas con preguntas cortas y respuestas largas porque, en mi opinión, proyectan la capacidad del entrevistador -que debe quedar en un discreto segundo plano- y muestran todo lo que del entrevistado quieren ver los lectores: creo que esto se olvida con más frecuencia de la que sería deseable. Enhorabuena.
Enhorabuena por el libro y por su edición al editor y al escritor.
Nos ha gustado mucho el libro, espero que podamos seguir leyendo obra tuya en el futuro y libros como este en la editorial
Un saludo.
Muchas gracias, Alejandro, por vuestra atenta lectura y vuestro comentario, un lujo. Esperamos, por nuestra parte, seguir publicando libros que os entusiasmen. Un abrazo fuerte.