Cuenta el cronista de El largo hilo de seda, Eduardo Martínez de Pisón, que la Ruta de la Seda («nombre genérico otorgado por el maestro de la geografía europea Ferdinand von Richthofen en 1877, la Seidenstrasse, y recogido y convertido en clásico por Albert Herrmann en 1910»), la gran protagonista de su particular viaje narrativo, es sobre todo «la ruta de los caminos borrados y de las ciudades perdidas». El viaje que nos dibuja Martínez de Pisón incluye, como no podía ser menos, la «ruta de las caravanas», con sus misterios, maravillas y los relatos fascinantes, desde el Mediterráneo hasta China. El rastro del camino seguido por aquellas legendarias caravanas aún se recuerda en sus paisajes y ciudades.
La foto que encabeza esta nueva entrada de la bitácora personal del editor forcoliano no está tomada en un bazar de Pekín. En el siglo XXI no hay que viajar muy lejos, ni afrontar los riesgos de una dificultosa y costosa expedición, comercial, geográfica o científica, para encontrar en cada esquina de nuestras ciudades europeas un fragmento de la China actual, aunque sea así de edulcorada. No, la foto corresponde al escaparate de una tienda «de chinos» en el barrio de El Raval, en plena Barcelona.
Hasta la ciudad condal encaminamos nuestros pasos, tras un cómodo viaje en AVE en animada charla, Eduardo y éste quien escribe. Nuestro destino, el Fórum de la librería Altaïr; nuestra misión, presentar allí el libro El largo hilo de seda: viajes por las montañas y desiertos de Asia central. Una cita ilusionante que agradecemos cordialmente al equipo de Altaïr, quienes con cariño y entusiasmo, nos reservaron hace ya meses día y hora, en la siempre apretada agenda de las actividades de esta fascinante librería de Barcelona.
Nuestra primera parada nada más llegar a Barcelona fue en nuestro hotel, el Aneto, que, a pesar de su modestia (siempre reviso bien las reservas online en cada uno de mis viajes, pero reconozco que esta vez me dejé llevar por el espíritu montañero, en homenaje a un geógrafo enamorado y gran conocedor de las montañas como es Eduardo Martínez de Pisón), demostró que hay que tener espíritu deportivo para afrontar la aventura de pernoctar en un hotel en El Raval. La cosa quedó en simpática anécdota de viaje, sin más complicaciones.
La estancia, breve, en Barcelona, nos sirvió para pasear por sus librerías, siempre un goce para el lector curioso. Y para saludar a los amigos. Tras nuestro paso por La Central de El Raval, donde le dedicamos un buen rato a revisar y curiosear la sección de literatura de viajes, donde encontramos los títulos forcolianos, nos dirigimos hacia la Facultad de Geografía. Justo enfrente se encuentra CCCB Laie, donde charlamos un buen rato con Damià Gallardo, al que encontramos a unos metros de la librería, ejerciendo de librero e comisión de servicio, o mejor, «librero misionero», al pie de venta de ejemplares de una presentación.
Ya por la tarde, en la sala Fórum de Altaïr, durante los preparativos de la presentación, ajustamos luz, sonido e imagen, y departimos amigablemente con Elena Almirall, quien nos regaló un ejemplar de su hermoso libro Historias que acaban aquí, lleno de sabiduría y sensibilidad. «–El tiempo, ¿se marcha o caduca? –Depende de ti. Depende de ti y de lo que tú hagas con él».
Durante la conferencia de Eduardo, hubo tiempo para aprender del maestro
nuevos detalles relativos a la cultura, la geografía y la literatura de la Ruta de la Seda. Por ejemplo, ese guiño a Tintín en el Tibet, que tanto ha inspirado la imaginación de niños y no tan niños, y que tanta sabiduría tibetana encierra. Con ese toque de humor, siempre presente en las conferencias y los escritos de Eduardo, se despidió de su visita. Al editor forcoliano le esperaba una segunda jornada en Barcelona, ocasión que aproveché para hacer una rápida incursión en la librería Canuda (no recomendada para bibliópatas y demás biblioadictos, y que me descubrió mi amigo David Soler), y pasar un momento a saludar a Consuelo, de Pequod, a Cecilia, de Le Nuvole, o a Lluís, de Laie en Pau Claris.
Siempre es un placer volver a Barcelona, aunque sea en estos viajes relámpago. Volveré pronto, prometido.
Fue una presentación espectacular. Me lo pasé muy bien. El autor es un gran comunicador y un entendido en el tema…. y sin hablar de la pasión que le puso.
Y gracias por la mención, la librería Canuda es un gran sitio para perderse un rato. Celebro que te gustara.