Joaquín Torres-García

Joaquín Torres-García (1874-1949). Pintor apasionado, viajero contumaz, esforzado escritor y luchador innato, dividió sus días entre Montevideo (su ciudad natal), Barcelona, Italia, Nueva York y París, entre otros lugares de un mundo entonces en constante ebullición. Del decorativismo modernista a la abstracción geométrica, del reflejo subjetivo de la naturaleza a la adoración de las formas mecánicas, su obra resulta amplísima e inclasificable, y quizá por ello extrañamente ignorada por los críticos y las nuevas generaciones de aficionados. Nunca experimentó un reconocimiento internacional como el de sus colegas Picasso, Dalí o Miró, empeñado en una evolución constante que llegó a desconcertar a público y crítica. Y siempre prefirió la compañía de su familia y la fidelidad a su obra antes que la adulación estúpida o la claudicación. Constantemente atento a las complejidades de la época que le tocó vivir, realizó pinturas murales para la Diputación de Barcelona (el actual Palau de la Generalitat), evolucionó hacia una personalísima abstracción e intentó finalmente una síntesis («hallar las formas de la naturaleza en la geometría», como él mismo escribió) que en el fondo es una de las bases del arte contemporáneo. Además de Historia de mi vida (1939, publicada por primera vez en Uruguay), escribió también obras más teóricas, entre ellas La tradición del hombre abstracto (1938) y Universalismo constructivo (1944).

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