Un andar que no cesa

Cuadernos de viaje

Ramón Acín nos ofrece en Un andar que no cesa un conjunto de textos, de carácter fragmentario y netamente autobiográfico, donde más allá del vértigo de la prisa reivindica el carácter terapéutico de todo viaje, bálsamo contra el chauvinismo Ver más , la incultura, la nostalgia o la melancolía. En cada uno de estos periplos, «el viajero» se siente y ejerce como tal en muy distintas facetas: con algo de turista curioso, o de simple visitante que da cuenta de lo que ve, pero no renuncia a la aventura; de investigador y ávido lector –que reivindica la lectura de los viajes de papel, desde el sofá de cada cual–; de estudioso que se documenta, explora, certifica; y de narrador y ensayista que termina escribiendo el conjunto de teselas que conforman este acrisolado volumen. Ver menos

Etiquetas: ensayo, españa, viajes

Ficha técnica

Autor(a) del prólogo: Llamazares, Julio


Colección: Periplos

Número de Colección: 45


Tema: Ensayos literarios

Papel

ISBN: 978-84-17425-32-6

Número de edición: 1

Fecha de edición: 10-02-2020

Número de páginas: 320

Dimensiones: 210 x 130 mm

Si la vida es viajar, los viajes son su aliento, un andar y un latir que se alimentan de la capacidad de asombro del viajero, que al fugarse de sí mismo, de lo que conoce y le da seguridad, se adentra en lo distinto, en la incertidumbre, para callejear y perderse sin rumbo y así –una vez desvanecido el cómodo suelo de la costumbre bajo sus pies, y rota la monotonía de lo previsible– encontrarse con lo desconocido y sobre todo encontrase, con nuevos ojos, a sí mismo. Ramón Acín nos ofrece en Un andar que no cesa un conjunto de textos, de carácter fragmentario y netamente autobiográfico, donde más allá del vértigo de la prisa reivindica el carácter terapéutico de todo viaje, bálsamo contra el chauvinismo, la incultura, la nostalgia o la melancolía. En cada uno de estos periplos, «el viajero» se siente y ejerce como tal en muy distintas facetas: con algo de turista curioso, o de simple visitante que da cuenta de lo que ve, pero no renuncia a la aventura; de investigador y ávido lector –que reivindica la lectura de los viajes de papel, desde el sofá de cada cual–; de estudioso que se documenta, explora, certifica; y de narrador y ensayista que termina escribiendo el conjunto de teselas que conforman este acrisolado volumen. Estos cuadernos de viaje dan fe de sus itinerarios por Sicilia, el Véneto, Bruselas o Egipto; o proporcionan un relato personal y estremecedor de dos singladuras de carácter bélico, que tienen mucho de conciencia y memoria histórica: uno, a los diversos emplazamientos aragoneses que fueron frente durante la Guerra Civil; otro, a los enclaves principales de la batalla de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial. No falta en este libro, lleno de las obsesiones, los gustos y las querencias que motivan a este «viajero accidental», una inmersión literaria por la España vaciada y muchos de sus pueblos deshabitados; así como un pormenorizado rastreo de las huellas del paso de Francisco de Goya por Aragón. El libro se cierra con un hermoso relato sobre sus andanzas por el Somontano de Barbastro y Alquézar. Como diría Marcel Proust, «viajar no es cambiar de paisaje, es cambiar de mirada».

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