Pessoa: La humanización del mito

Ángel Silvelo/ Todo Literatura, 24 de septiembre de 2025

Nada se abstrae a la vida, ni siquiera la sombra que se desplaza a nuestro alrededor como una falsa huella de lo que siempre quisimos ser y nunca fuimos. Sombra que, con el paso del tiempo, se convierte en un fantasma. Fantasma que, en ocasiones, se rebela contra el mito que nos acecha, ya sea por ignorancia, genialidad, u oscurantismo. De esa trilogía suelen surgir falsas biografías cargadas de la mitología que se apodera de esa parte más vulnerable de los seres humanos: los sueños. «Los sueños, sueños son» nos advertía Calderón de la Barca en uno de sus famosos versos.

Sueños que, en el caso de Fernando Pessoa, convirtieron al hombre en mito dotándole de un duende fragmentado que no siempre se asemejaba al real. Quizá, para desmontar al mito, viene bien recordar estos versos de su poema inconcluso Navegantes antiguos: «Navegar es preciso; vivir no es preciso […] Vivir no es necesario; lo necesario es crear». Y ese axioma es el que le guio a lo largo de su existencia en un periplo vital y literario que dejó algo más de veintisiete mil quinientos documentos en un arca a modo de papelera infinita. Una ruta a la que el escritor, poeta y biógrafo de PessoaManuel Moya, trata de dar luz, aunque nos parezca una misión imposible, y que visto su resultado final sin embargo no lo es: humanizar al mito. Muchas son las biografías que se han publicado del poeta portugués como muy bien se nos apunta en este magnífico ensayo biográfico, Fernando Pessoa. La reconstrucción, que tan útil y esclarecedor nos resulta a todos aquellos que, en alguna ocasión, nos hemos acercado al intrincado y siempre complejo mundo pessoano, por la multiplicidad que se desprende de la unicidad del poeta. Ahí es donde incide Moya con una extraordinaria profusión de datos biográficos, históricos y literarios, a la hora de hacer valer sus incontestables pronunciamientos y teorías sobre el Pessoa niño, hombre, poeta, escritor, articulista, o polemista. De esa multitud de espejos es de la que se nutre el escritor onubense para ofrecernos un semblante y una figura de un Pessoa más cercano, actual y real. Dando luz a las sombras que siempre le han perseguido, asistimos a un mayúsculo ejercicio de estilo literario en el que Moya va desde la anécdota al dato histórico a través de un ritmo narrativo ágil y entretenido que nos lleva de la mano por esta reconstrucción de una manera didáctica e inteligente. Un ejercicio narrativo de una exquisita pureza literaria que siempre está presente en su obra y, más si cabe, cada vez que se acerca a la vida y obra del poeta luso.

Fernando Pessoa La reconstrucción es, sin duda, a día de hoy, la mejor forma de aproximarse al enjambre de datos que persiguen a la biografía del vate luso y, de ese modo, poder ampliar y discernir la lucha entre realidad y sueño tan presente a lo largo de toda su vida y su obra. En ese debate entre lo exterior y lo interior como muy bien se nos apunta en la introducción: «En lo exterior, piensa, habita lo problemático, lo incierto, lo sucio. De lo exterior habita el desasosiego […] Para él, lo mejor del hombre está en la imaginación y en su capacidad para sentir, razonar o soñar; un sentimiento es mejor y más auténtico que un pensamiento». De ese tormentoso debate interno del que parte el poeta, este ensayo biográfico nos proporciona las coordenadas y el camino —muchas veces sinuoso y plagado de recovecos—, las luces y las sombras que se cernieron, por ejemplo, en la falsa confusión entre Bernardo Soares y el propio Pessoa en su majestuoso y fascinante Libro del desasosiego, por mucho que éste fuese un heterónimo con muchos puntos en común con el propio Pessoa; o la no menos falsa percepción de que en su noche triunfal del 8 de marzo de 1914 diera a luz a sus heterónimos más inmortales (Álvaro de Campos, Ricardo Reis y Alberto Caeiro) siendo, como es más lógico, que formaran parte de un largo proceso mental y creativo del múltiple Pessoa siempre avenido a la indeterminación y el escapismo.

Ahora, que está a punto de cumplirse el nonagésimo aniversario de la muerte de Pessoa el próximo 30 de noviembre en el hospital de San Luis de los Franceses en Lisboa rodeado de amigos, vecinos y compañeros de trabajo somos conscientes de la importancia de su legado y del interés que todavía suscitan su vida y su obra; un interés, sin duda, acrecentado por la multiplicidad y singularidad de su devenir vital y literario circunscrito casi en su totalidad a la ciudad de Olissipo que, desde el año 1905 cuando regreso a ella desde Durban, apenas abandonó salvo en contadas ocasiones, lo que no le impidió ser un hombre de su tiempo, implicado, casi hasta el final de sus días en la vida social, política y literaria de su país, y de los convulsos tiempos que le tocaron vivir, como queda más que demostrado en Fernando Pessoa. La reconstrucción, donde Manuel Moya sale victorioso cuando nos plantea y analiza la humanización del mito.

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