Íñigo Linaje, El Comercio, 7 de septiembre de 2024
Los grandes escritores se diferencian de los mediocres en una cosa: siempre están a la altura de las circunstancias. En los buenos y en los malos momentos. Julio Camba (18841962) pertenece a la primera categoría, ya que ha sido y sigue siendo un referente para toda una legión de columnistas.
Su dominio del lenguaje y su humor inagotable le llevaron a ser un cronista de lujo de la vida de Madrid, un analista social y político de la España de la época, además de un brillante corresponsal en el extranjero.
Tenía la rara habilidad de encerrar la visión de un mundo –enorme o minúsculo– en pequeñas píldoras de quinientas palabras.
No atravesaba, sin embargo, su mejor momento el escritor a mediados de los años cuarenta. A sus «cíclicas depresiones» se unió la muerte de su hermano. Privado de amistades y de viajes y clavado en una soledad cada vez mayor, Camba publicó en 1945 dos recopilaciones de artículos que habían aparecido años atrás en el diario ABC: Esto, lo otro y lo de más allá y Etc, etc.
Dos títulos poco afortunados que, no obstante, mantienen la brillantez y la mordacidad de otras de sus recopilaciones y que ha editado en un solo volumen Fórcola bajo el título Se prohíbe hablar con el conductor. Ambos libros contienen columnas enjundiosas y desternillantes, en las que Camba recuerda viajes pasados y habla del cine, moda y retrata a la sociedad de su época, tanto en sus vicios y defectos como en sus hábitos y costumbres.