Todo nuevo viaje tiene algo de aventura, incluso desde su concepción, desde el momento en que nos ponemos a soñar, a imaginar cuándo y dónde queremos viajar. Y cómo en todo viaje, se necesita, más que cualquier otra cosa, brújula y plano. El plano es imprescindible para hacernos cómplices con el territorio, para conocerlo y explorarlo incluso antes de salir de nuestro propio cuarto conectado. La brújula no tiene necesariamente que marcar el norte; en mi caso, lo habitual es que esté imantada, en función de lo aleatorio de las lecturas que decida acometer antes, durante y después del viaje.
Aunque me defino como viajero, y no me identifico por tanto con el turista prototípico, gracias al mundo globalizado y a la sociedad del bajo coste, sufro los mismos inconvenientes de todo mortal que solo puede viajar en turista, sin carnet de conducir y que disfruta de su periodo vacacional tan solo en agosto, lo que incluye, incluso, la pérdida de alguna maleta. Quizá eso lo resolvería una herencia millonaria o un best-seller en mi catálogo editorial, pero no es el caso.
En esta ocasión, el destino elegido ha sido el Golfo de Nápoles, y en concreto, Sorrento. Ha sido un viaje en un principio improvisado, aunque después de analizarlo, no es producto de la casualidad: años de visitar con regularidad Italia, y muchas lecturas que tienen que ver con el Grand Tour: Goethe, Stendhal, Sterne, Howells, James, y un largo etc.
Os recomiendo encarecidamente una visita tanto a los pueblos que circundan Nápoles y su golfo, la conocida como costa sorrentina, así como a los pueblos que conforman la costa amalfitana. La visita a la isla de Capri casi es imprescindible, y las paradas en Paestum y en Caserta, cada una en su estilo, son impresionantes.
Mis lecturas, que siguen acompañando mis recuerdos del viaje, han sido muy diversas, y las podría agrupar en tres categorías distintas:
Lecturas para antes del viaje:
– Historia cultural de Nápoles (Almed, 2011), de Jordan Lancaster, me ha servido para conecer a grandes rasgos la historia de esta ciudad desde su fundación a nuestros días; 250 apretadas páginas (salpimentadas de erratas y errores, he de decir y lo siento de veras) que sirven para abrir boca.
–Viaje a Nápoles (Alhenamedia, 2009), del Marqués de Sade, un libro lleno de detalles sobre las iglesias y palacios de Nápoles a finales del siglo XVIII, y salpicado de jugosos comentarios del autor sobre la sociedad de la época, sin olvidar su pertinaz anticlericalismo y su amor a la belleza, lo que incluye su deslumbramiento por los recientes entonces descubrimientos arqueológicos de Pompeya.
–La villa de los misterios (Atalanta, 2007), de Linda Fierz-David, un muy interesante estudio e investigación, en clave junguiana, sobre el sentido y posible interpretación del conjunto de frescos localizados en la Villa de los Misterios de Pompeya. Denso y a veces complejo, merece la pena no obstante para conocer con detalle la imaginería romana, y porque ayuda a preparar, y poder disfrutar así intensamente, una visita que durará apenas unos breves minutos.
Lecturas durante el viaje:
–Capri (Minúscula, 2008), de Alberto Savinio. La visita a la isla de Capri es una parada obligada, y tiene algo de viaje iniciático (en otro sentido al del misterio órfico de la Villa de los misterios). Un hermoso libro, luminoso y revelador, casi mágico.
–El mar no baña Nápoles (Minúscula, 2008), de Anna María Ortese, un libro de relatos que impacta por la dureza, lo crudo de lo que nos cuenta: la miseria de la ciudad de Nápoles tras la Segunda Guerra Mundial. Un libro que ayuda a comprender parte del carácter de los napolitanos.
–Nápoles 1944 (Muchnik Editores, 2000; RBA, 2008), de Norman Lewis, que narra las peripecias del propio autor, como agente del Servicio de Inteligencia británico tras el desembarco de los aliados en la costa napolitana. Un libro que tiene humor, pero que también nos habla, sin pelos en la lengua, del dolor y el sufrimiento de aquellos años, en su lucha contra el ejército alemán, pero también en la convivencia con los napolitanos, y de la experiencia del autor el día de la erupción del Vesubio.
–Roma, Nápoles, Florencia (Pre-textos, 2006), de Stendhal. Un libro que, aunque pese, hay que meter en la maleta. Puede que la mitad de lo que nos cuente Stendhal sea mentira, pero entre tanto dato a memorizar, con alguna guía funcional de viaje (yo llevé ésta de Anaya) en la mano, se hace imprescindible algo de buena literatura en la que zambullirse de vez en cuando.
Lecturas para después del viaje:
–La piel (Galaxia Gutenberg, 2010), de Curzio Malaparte. Mi edición pertenece a un tomo de Obras, publicado por Plaza & Janés en 1969. He disfrutado enormemente con la lectura de esta novela, y es una noticia magnífica que Galaxia haya decidido la recuperación de sus obras. Narra las peripecias en Nápoles y alrededores del propio Curzio Malaparte durante los meses de liberación por parte de los aliados. Sobrecogedora la descripción de la erupción del Vesubio que tuvo lugar en marzo de 1944. La próxima obra que leeré de este autor será Kapput.
–El amante del volcán (Alfaguara, 1996), de Susan Sontag. Soy un lector incondicional de esta autora. Leí esta novela hace ya 15 años, y la tengo en mi mesilla para volverla a leer. El Vesubio vuelve a ser un protagonista, junto con la pasión y los amores de Nelson con Lady Hamilton. Muy recomendable.
–La historia de San Michele (Juventud, 2010), de Axel Munthe. El ejemplar que estoy leyendo aún lo adquirí en la tienda de la propia Villa de San Michele, construida en Anacapri, en la isla de Capri, por este médico sueco que tuvo la osadía de tener un sueño y no parar hasta conseguirlo. Las vistas desde el mirador de la villa son impresionantes, y el libro es muy hermoso.
Ya de regreso, el viajero agrupa sus recuerdos (postales, libros, monedas, fotografías), hace un hueco en la estantería de libros de viajes para dejar unos y coger otros, y comienza a soñar con el próximo viaje, conmocionado aún por la experiencia de gozar de tanta belleza, anhelante de volver a gozar de ella, con el susurro en su oído de «Torna a Sorrento».
En otoño, fieles a nuestra vocación viajera, iniciamos nuestra colección de libros de viaje Periplos, dirigida por Daniel Marías. Esperamos que os guste.
Felicidades por el post y por las fotos, y gracias por esa relación de libros monográfica tan trabajada. En cuanto a la herencia millonaria… suena romántico, pero me seduce más la opción, sin duda más materialista y moderna, del best seller en el catálogo de Fórcola. En fin, mis mejores deseos para abrir la nueva temporada.
Gracias por tus deseos, nos llena de orgullo tenerte entre nuestras cómplices colaboradoras.