Preslava Boneva / Madrid Actual, domingo 13 de octubre de 2024
La ópera es un lenguaje universal. Trasciende las barreras del tiempo, la cultura y el idioma. Toca las emociones humanas. Las hace llegar hasta sus más oscuras tinieblas y renacer, salir a flote de nuevo, para tocar la luz. Los acordes de Orfeo. Ensayo sobre mitos operísticos (2024), del poeta, ensayista y traductor Jacobo Cortines (Lebrija, 1946), es una obra monumental en la que el autor realiza una lectura profunda y erudita del género operístico desde una perspectiva poco convencional: el análisis de los mitos que han inspirado las óperas más importantes de la historia. Publicado por la editorial Fórcola y con un prólogo a la altura de José Luis Téllez, el libro es una compilación de artículos escritos a lo largo de años de investigación, lo que le confiere una densidad intelectual y una solidez crítica que lo hacen indispensable para los amantes del género, así como para aquellos interesados en la relación entre música y literatura.
El eje central de esta obra es el mito de Orfeo –que Cortines analiza con gran hondura–, el poeta y músico legendario que, según la mitología griega, fue capaz de encantar a los dioses con el poder de su lira y descender al inframundo para rescatar a su amada Eurídice. Orfeo es, sin duda, uno de los mitos más fecundos de la cultura occidental, y su figura ha tenido un impacto decisivo en la historia de la ópera desde sus orígenes. Este mito ha servido como matriz simbólica para que los compositores exploren temas universales como el amor, la pérdida, la muerte y la trascendencia del arte. No es casualidad que la primera gran ópera de Monteverdi –considerada la primera ópera en su totalidad tras Dafne y Eurídice de Peri– sea L’Orfeo (1607). “Las versiones que mayor proyección tuvieron tanto en la Edad Media como en el Renacimiento y Barroco fueron las de Virgilio y Ovidio que, aunque diferentes entre sí, constituyen la base de las relaciones melodramáticas […]. Tanto en Virgilio, como en Ovidio, el personaje de Orfeo es la representación del poder de la Música, capaz de conseguir lo que ninguna otra fuerza puede lograr: dominar el mundo de los vivos y de los muertos”, escribe Cortines. Desde los orígenes, pasando por Boecio, Boccaccio o Petrarca, el escritor se adentra en este mito para demostrar finalmente que “el mito pagano se transformaba y consolidaba como alegoría cristiana. El “Orfeo” de Monteverdi significaba el triunfo de la Contrarreforma”.
Literatura y ópera: un diálogo fructífero
Cortines no se detiene únicamente en los inicios del género lírico. A lo largo del libro, ofrece un análisis detallado de algunas de las óperas más representativas, destacando el papel central que juegan los mitos en el desarrollo de sus tramas. El autor examina con minuciosidad obras de compositores tan diversos como Mozart, Donizetti, Bizet, Stravinsky o Alban Berg, demostrando cómo estos creadores recurrieron a los mitos clásicos y literarios para construir sus historias.
En el caso de Don Giovanni (1787) de Mozart, Cortines destaca la influencia del mito de Don Juan, un personaje que encarna la rebelión contra el orden moral y social, y cuyo castigo final refuerza la idea del destino trágico e inevitable. El análisis del autor ilumina las complejidades psicológicas y filosóficas de esta obra maestra, explorando cómo Mozart utiliza el mito no solo como un vehículo narrativo, sino como una reflexión sobre la condición humana. “Don Juan había hablado en rápidos octosílabos, en pesados alejandrinos, en prosa; había optado por la improvisación y se había servido de la pantomima y de la danza, pero era la ópera el espacio ideal para expresar su potencia demoníaca, su juego y su catástrofe, su exaltación y condena”.
Igualmente fascinante es el tratamiento que el volumen ofrece sobre Carmen (1875) de Bizet. Aunque no se basa directamente en un mito clásico, Cortines subraya cómo la obra refleja arquetipos míticos de la femme fatale, el amor pasional y destructivo, elementos que resuenan en relatos mitológicos de figuras como Medea o Helena. Carmen, con su desdén por las convenciones sociales y su trágico final, se inserta en la tradición de los mitos de transgresión y fatalidad, lo que permite al autor conectar esta ópera con una narrativa universal de poder y destino. Además, explica que poco tiene que ver la Carmen del cuento de Mérimée. La de éste muere apuñalada en un aislamiento radical, en Córdoba, y es enterrada en el bosque, el lugar donde se enterraba a las personas relacionadas con el esoterismo. “Pero el personaje ahí [en la Revue des Deux Mondes de Mériméé] formulado por primera vez es demasiado extremo, más por sombras que por sus luces –en todo caso luciferinas–, como para convertirse en símbolo de la libertad femenina, que es uno de los valores más reivindicados en nuestros días”, escribe Cortines. La Carmen de Bizet muere en la puerta de la Maestranza, con toda la pompa y ostentación del mundo taurino.
Desde los clásicos grecolatinos de Ovidio y Virgilio, pasando por Shakespeare, Goethe o Walter Scott, el autor nos invita a un recorrido por la literatura universal, subrayando cómo los grandes relatos literarios han nutrido el repertorio operístico. Este enfoque refuerza la idea de la ópera como un género híbrido, donde la música y la palabra se fusionan para crear una experiencia artística total. Así, el análisis de Cortines nos permite entender mejor las obras de Donizetti o Verdi. O, por ejemplo, aborda la interpretación que Rossini y su libretista, Ferreti, hacen de Cenicienta en su ópera La Cenerentola (1817), transformando así el clásico cuento de hadas en una obra rica en matices y sutilezas. A diferencia de la versión más popular, Rossini elimina los elementos mágicos, como el hada madrina o el zapato de cristal, y centra la historia en las emociones y virtudes humanas. Cortines destaca cómo esta ópera convierte el relato en una fábula de redención y justicia, donde la bondad y el ingenio de la protagonista triunfan sobre la opresión. “Ese proceso de despojamiento del elemento mágico, inherente al cuento de hadas, era una exigencia de los nuevos tiempos surgidos a partir de la mentalidad racionalista de la Ilustración, que ya no necesitaba acudir a seres sobrenaturales, hadas, magos, ogros, brujas, etc., para justificar una historia con un final feliz, en este caso el triunfo de la bondad, tras haber sufrido la humillación y el castigo”.
Así, Los acordes de Orfeo no sólo celebra el arte operístico, sino que lo aborda desde una perspectiva crítica y culturalmente rica. Jacobo Cortines logra tejer un diálogo fascinante entre la música, los mitos y la literatura, ofreciendo una obra que es a la vez un homenaje al género y una reflexión sobre sus fuentes más profundas.