Llevo años leyendo al mexicano Juan Domingo Argüelles, polifacético artista de la escritura, del amor a los libros y del fomento de la lectura. Cada visita a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en el estado de Jalisco, ha sido oportunidad estos años, no sólo para reencuentros profesionales y personales con colegas y amigos (libreros, distribuidores, editores, bibliotecarios y autores, bibliófilos todos) sino ocasión para alimentar mi habitual bibliofilia, o más bien bibliopatía, en una de las ferias del libro más peligrosas para un bibliodependiente (por biblioadicto, no por despachador de libros).
El lector español se toma con infinidad de títulos y autores que nunca llegan aquí, por culpa de la habitual indiferencia que el mercado de acá muestra por la producción editorial, sobre todo la ensayística, nacida en la otra orilla. Es el caso de Juan Domingo Argüelles, cuyos libros de poesía, por ejemplo, que han sido multipremiados, son completamente desconocidos en España. Gracias al buen hacer de Abelardo Linares esta anemia estúpida se ha subsanado en parte con la aparición de una antología de sus mejores poemas. Mi relación con Juan Domingo ha sido siempre muy estrecha, como lector voraz de su obra dedicada al mundo del libro y de la lectura; ha sido una lectura fiel, a la espera cada año de la salida de un nuevo libro suyo, espera y esperanza nunca frustradas gracias a una lectura siempre novedosa y enriquecedora.
El pasado año, con ocasión de una entrada en mi blog El vuelo del Alción, donde comentaba alguno de sus más recientes libros, Juan Domingo me escribió. Gracias a la blogosfera la distancia entre el autor y el lector, efectivamente, se ha reducido considerablemente, de tal forma que el lector puede sentir al autor mucho más cercano aún que en sus libros. Lo sorprendente es que el autor tome la iniciativa y se dirija a uno de esos sus lectores más fieles. Desde entonces Juan Domingo y yo nos hemos ido escribiendo con regularidad, compartiendo nuestras propias experiencias como lectores y como locos por los libros, yo como bibliófilo, él como bibliósofo. Al privilegio de compartir con un maestro confidencias y revelaciones, se unió la alegría y el entusiasmo por convertirme en su editor en España de su última creación ensayística. Durante un año, a través de una intensa correspondencia, autor y editor hemos ido trabajando activamente en la edición de Si quieres… lee: Contra la obligación de leer y otras utopías lectoras, un más que provocador y políticamente incorrecto ensayo dedicado al fomento de la lectura entre los no lectores. Y gracias a este libro, y en el marco de la última FIL, hemos podido ver realizado un deseo común: conocernos en persona para presentar su libro y Fórcola en la feria de las ferias del libro en español.
Fue emocionante, después de largos meses de mensajes y conversaciones por teléfono, tenernos en presencia el uno del otro. Algo que repite en varias ocasiones Juan Domingo, en esto de la promoción y el fomento de la lectura, es que los lectores no se fabrican en serie, que no son el resultado estadístico de ninguna campaña política o institucional, sino que la lectura nace y será siempre una experiencia personal compartida en la que a uno le inician. Con Juan Domingo, los libros son vocación, la lectura es un estado de ánimo y la amistad un principio vital.
Mi muy querido y admirado Javier:
Tu generosidad y gentileza son espléndidas, al igual que tu sabiduría lectora y editorial. Y yo que he recibido generosidades y gentilezas tuyas, y he disfrutado de tu sabiduría, te agradezco infinitamente tus conceptos que quizá no merezco pero que acepto con alegría, porque si los libros no nos sirven para acercarnos a las personas y animar el diálogo, no sé para qué tendríamos que insistir, con voluntarismo, en llevar o acercar los libros a los no lectores. Te mando un abrazo lleno de agradecimiento y amistad. No sé si se estila que el autor te lo diga por este mismo medio, pero tú sabes que yo siempre he sido políticamente incorrecto. Lo importante no es el libro sino lo que suscita el libro: es decir esto: la amistad, el gozo de dialogar, la maravilla de comunicarnos y el placer de saber que compartimos con otros la alegría de leer para vivir y no de vivir para leer. Seguimos remando y la fórcola maestra es buena guía: la góndola va. Otro abrazo
Mi querido Juan Domingo: la foto que hemos elegido para ilustrar esta entrada del blog de Fórcola sabes que no es accidental. La tomamos el día que nos conocimos, por fin, en persona, después de meses de correos electrónicos infinitos, conversaciones telegráficas y llamadas telefónicas a horas descompensadas por un océano interpuesto. El encuentro personal puso la guinda a una relación que trasciende la de autor-editor, y que se consolida día a día en la amistad de dos locos por los libros y la lectura. Yo también soy políticamente incorrecto, así que de nuevo, maestro y amigo, gracias. La Fórcola va.