París canalla y collabo

El pasado 5 de Octubre presentamos en la librería La Central de Callao el nuevo libro del historiador Fernando Castillo Cáceres, autor de Tintín-Hergé: una vida del siglo XX, que estrena nuestra nueva colección Siglo XX con Noche y niebla en el París ocupado, un ensayo que tiene mucho de quest y de investigación histórica, y cuyo título, atractivo y sugerente, está acompañado de dos largos subtítulos, que logran ubicar al lector en una época y ambientes determinados: Traficantes, espías y mercado negro. Vidas cruzadas de César González Ruano, Pedro Urraca, Albert Modiano y André Gabison.

Nos acompañaban en la mesa Juan Manuel Bonet, escritor, crítico de arte, comisario de exposiciones y actualmente director del Instituto Cervantes de París, y Carlos García-Alix, pintor, escritor y editor responsable de La larga marcha. Junto con el propio Fernando Castillo, los cuatro compartimos la fascinación por una ciudad, París, y un período, los años 40 del siglo pasado, que despiertan en nosotros imágenes, lecturas y música que salpimentan muchas de nuestras conversaciones. Y sobre todo, somos lectores asiduos de los libros de Patrick Modiano. Los iniciadores, Juan Manuel Bonet y Fernando Castillo, los iniciados, Carlos García-Alix, por culpa del primero, y yo mismo, por culpa del segundo.

El numeroso público que nos acompañó se dio cuenta muy pronto del ambiente modianesco que tendría una presentación tan especial como ésta. Un libro que se fue gestando durante años, y del que el propio autor nos fue desgranando detalles, a unos y a otros, según avanzaba su investigación. En su origen, al libro se refería Fernando Castillo como «el Gabison».

Más adelante, cuando la figura de César González Ruano fue creciendo dentro de la investigación, nos dimos cuenta sus primeros lectores de que aquellas cuatro historias se cruzaban, formando un complicado puzzle, una trama compleja, llena de detalles y anécdotas, pero que servían de espejo en el que ver reflejada la sombra y la noche de aquellos terribles años de Ocupación en París, la otra protagonista de esta historia.

Porque París está muy presente en el libro, tanto que no es un simple decorado donde transcurren unos hechos. Citando a Maurice Sachs (París canalla, p. 24. Trama Editorial, Madrid, 2001): «A pesar de todo, París es la ciudad del mundo que menos decepciona». Son éstos los años de la Colaboración, y el libro de Fernando Castillo refleja muy bien ese París canalla, lleno de hampones, traficantes y espías, y desvela con la pericia del detective, ese milieu de la Ocupación, donde los apaches dieron paso a los collabos. París «apache», París collabo, París «negro».

Se convierte así Fernando Castillo en cronista e investigador. Casi «levantando acta» de aquellos años, al igual que el protagonista de Un pedigrí (p. 45. Anagrama, Barcelona, 2007), podría decir: «escribo estas páginas como se levanta acta o como se redacta un currículum vitae, a título documental y, seguramente, para liquidar de una vez una vida que no era la mía». Son aquellos años «tiempos excepcionales» (La ronda nocturna, p. 231. Anagrama, 2012), en los que Fernando Castillo rastrea nombres, lugares y personajes (muchos de ellos con pseudónimo), como un «maníaco», al que «le interesa dentro de unos años esta historia». Fernando Castillo se convierte así en un verdadero personaje modianesco, que «estudiará el “período turbio” que vivimos, consultará periódicos viejos» (La ronda nocturna, p. 249. Anagrama, 2012).

Personajes y tramas que Fernando Castillo documenta hasta el detalle, a través de papeles viejos, esquelas y trasuntos narrativos, desvelando y sacando a la luz la verdadera historia que tantos esfuerzos y años dedicaron aquellos canallas para ocultar. Unas pesquisas que rastrean nombres y apellidos, alias y motes: «Había que recordar todos esos rostros, no faltar a las citas, cumplir las promesas» (La ronda nocturna, p. 252. Anagrama, 2012).

Continuando con la presentación, tomaron la palabra Juan Manuel Bonet y Carlos García-Alix. Junto con Fernando Castillo, los tres podríamos definirlos como esos «coleccionistas fanáticos», miembros de la «Liga de los Coleccionistas Franceses», de los que habla Patrick Modiano en Los paseos de circunvalación (p. 309. Anagrama, Barcelona, 2012). Los tres coleccionan nombres, fichas, fotografías, recuerdos, maletas de papeles viejos, historias oscuras, tramas de noche y niebla, viejas historias que aún laten en los libros y en el recuerdo de algunos, y que dicen mucho de quiénes somos, de quiénes hemos sido, de quiénes no hemos podido ser.

Juan Manuel Bonet subrayó el protagonismo de la ciudad de París en el libro de Fernando Castillo, y destacó su trasunto modianesco, su urdimbre narrativa, casi de género policiaco, su argumentación llopiana, su aliento trapiellista, su elegancia ruanesca y su densidad assoulinesca. Y es que no faltan cruces inteligentes y referencias constantes a las obras de Patrick Modiano, Juan Carlos Llop, Andrés Trapiello, César González Ruano, Pierre Assouline. Por no hablar del ambiente, casi cinematográfico, con ecos de ¿Arde París?, de su trama argumental, o de su acierto en recrear los turbios negocios del arte, con las historias de Picasso o Manuel Viola.

Carlos García-Alix subrayó el espíritu que late en el libro de Fernando Castillo, cuya lectura no se puede abandonar: «negro». Unas historias que transcurren de noche, y es que «las cosas más interesantes suceden de noche», comentó Carlos. Y no solo en París: el libro de FC recoge las derivas de las historias de estos personajes en otras ciudades como Sitges, Madrid o San Sebastián, donde descubrimos nuevas tramas que habían permanecido ocultas hasta ahora. García-Alix, que gracias a su laboriosas investigación sobre Felipe Sandoval conoce bien el ambiente canalla y delator del París de los años 40, donde republicanos y judíos eran perseguidos y esquilmados, confesó su sorpresa por personajes siniestros como Pedro Urraca (el agregado de policía en la embajada de París durante la Ocupación, que tuvo un papel muy destacado en la detención de los refugiados republicanos), y del todopoderoso embajador de España en Francia, José Félix de Lequerica, sobre los que considera habría que hacer sendas biografías.

En fin, una velada emocionante, que cerró el propio Fernando Castillo con unas palabras de agradecimiento a amigos, lectores y asistentes, entre los que no faltaron: Damián Flores, Andrés Trapiello, Blas Matamoro, Pelayo Ortega, Alfonso Meléndez, Reina Roffé, Antonio Bonet Correa, entre otros. Todo ello en un marco incomparable como la 2ª planta de la librería La Central de Callao, que se hizo cómplice forcoliana durante un par de horas inolvidables. Nuestro agradecimiento a Antonio Ramírez, director de La Central, a Lucía Cobos y a Martín López-Vega, por su cálida acogida.

Gracias a todos.

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