Juan Ángel Juristo / Libros, nocturnidad y alevosía, 5 de marzo de 2025
La obra de Gabriele d´Annunzio entre nosotros siempre tuvo vocación de Guadiana: hubo momentos en que se le editaba bastante, eran los años en que su figura se convirtió en el epítome del decadentismo, que a su vez se reforzó por el culto que le profesaban los fascistas italianos como precursor de su movimiento, tanto en algunas ideas de trasfondo político como en las estéticas, sus tropas, los Arditi, cuando tomaron Trieste vestían camisa y fez negro, que luego adoptó Mussolini para vestir a sus escuadras fascistas. Después de la II Guerra Mundial, oír hablar de decadentismo, tras el auge de las vanguardias y de la estética del héroe danunziano, una suerte de héroe medieval que volaba en aeroplano, se antojaba imposible y aunque se hicieron dos películas basadas en dos novelas suyas, El delito de Giovanni Episcopo, de Alberto Lattuada, en 1948 y El inocente, de Luchino Visconti, en 1976, D´Annunzio se convirtió en lo que más temía, un clásico donde la piedra vencía a la sangre, la vida: al escritor de Pescara le gustaban las dos cosas a la vez, ser un clásico y un héroe. Y durante años así lo fue. Hasta el culto exagerado que realzaba esa cualidad tan italiana de la puesta en escena. Sin embargo, en los últimos años, la figura de D´Annunzio se ha visto de nuevo realzada por la publicación de algunas obras suyas, en especial por Fórcola Ediciones. Nocturno es el último libro que esta casa editorial ha publicado con muy buen criterio pues probablemente sea el más proclive a que sea comprendido hoy día, pues se trata de un libro absolutamente moderno.

El libro, con un excelente aparato crítico debido a Javier Jiménez, es el resultado de una serie de acontecimientos donde el escritor jugó a ser héroe nacional y lo consiguió como antes nunca lo había soñado: en 1914, el príncipe de Hohenlohe le cede a D´Annunzio la Casetta Rossa, junto al Gran Canal de Venecia que éste, con cincuenta años, convertirá en la sede central de sus avatares guerreros por la zona. Se encuentra en la batalla del Isonzo, lanza desde una avioneta panfletos en Trieste y Trento y el día 16 de enero, a resultas del fuego antiaéreo, fue alcanzado el avión en que volaba. Salió despedido y chocó contra la ametralladora de proa y a resultas de ello quedó ciego del ojo derecho. El médico que le reconoce le advierte que tiene que guardar reposo si no quiere perder asimismo el izquierdo. Renata, la hija de D´Annunzio le lleva a la Casetta Rossa y transcribe lo que su padre escribe en las finas tiras de papel de la que se vale con un lápiz y el tacto de sus manos cuyo resultado es este libro: “¿Quién ha representado a los ciegos como videntes vueltos hacia el futuro, como reveladores del porvenir ?”
Una vez más el escritor, ante las dificultades se crece y si pierde un ojo no se convertirá en Polifemo sino en medio Homero: el estilo del escritor en este libro, por las dificultades, halla una nueva expresión, se hace más intensa, con momentos de un lirismo mucho más contenido, tratándose de D´Annunzio se entiende, y por momentos alcanza en estas diez mil tiras en las que fue escrito el libro unas cotas de una emoción intensa y lo que es curioso, verosímil, pues en su prosa abunda mucho la puesta en escena operística que todo italiano entiende en su justa acepción pero que en otras tierras parece afectación y exageración, por lo tanto falsedad.
Nocturno, además, interesa porque en el libro se dan las claves de su vida y da rienda suelta a los lazos que ha tenido con sus amantes, innumerables si se tiene en cuenta que hubo un momento en la aristocracia aledaña y no tanto en que acostarse con el escritor daba tono y estabas en la onda si así lo cumplías. Inmolación al esnobismo más irredento que da más idea del modo en que se vivían las modas literarias que muchos centones escritos sobre el asunto. D´Annunzio, de todas maneras, recuerda de modo especial a sus camaradas caídos en muchas ocasiones, porque, escrito en pleno ardor guerrero, parece anunciar el futuro, el bombardeo de Pola, de las naves enemigas en la desembocadura de Cattaro, luego, a bordo de tres lanchas torpederas, lo que se llamó la “Burla de Buccari”, inmediatamente le da por bombardear Viena con miles de ejemplares del manifiesto de la liberación del Véneto y su emblema, Trieste para acabar con la conquista de Fiume. Todo esto vino después, junto al culto de Mussolini por su figura, pero se prefigura en Nocturno, un libro lleno de connotaciones wagnerianas. “Embriagadme de música. Hacerme llorar más lágrimas del alma. Tocad con la melodía el fondo de mi herida, para suscitar allí los colores indecibles que sólo aparecen en el espectro luminoso de las estrellas”
El libro, que lleva el subtítulo de “Cuaderno de guerra de un aviador entre tinieblas”, fue traducido por Julio Gómez de la Serna para Aguilar de México y es la versión adoptada por la editorial que, además, incorpora las xilografías de Adolfo de Carolis a la primera edición italiana del libro e incluye dos textos, “La burla de Buccari” y “La canción del Carnaro”, inéditos en castellano. Todo esto y la cuidada edición crítica hacen de este libro algo singular por nuestros pagos.