Parece inevitable hacer balance en estos últimos latidos de un año, el 2013, en el que Fórcola ha cumplido oficialmente sus cuatro años de vida. En cada nuevo libro publicado hemos puesto corazón, inteligencia y valor, con el empeño de hacer llegar al lector libros que merezcan la pena, cuya lectura nos haga pensar y cuestionarnos el mundo, sin renunciar al goce que supone soñar y viajar desde nuestro sillón preferido.
Haciendo, pues, un rápido balance, ha sido un año en el que hemos celebrado varios aniversarios, los de Richard Wagner y Gabriele D’Annunzio; hemos recuperado los artículos periodísticos y crónicas literarias de Ignacio Agustí y Julio Camba; hemos pasado frío en Rusia con Dionisio Ridruejo, visto auroras boreales en Laponia con Luis Pancorbo, y viajado en tren por Asia Central con Jules Verne; Napoleón nos ha contado sus últimas voluntades; 14 traductores nos han invitado a conocer los entresijos de la torre babélica de su oficio; hemos conocido, gracias a Carolina Hernández Terrazas, la gran filosofía que hay tras la literatura de Clarice Lispector; hemos recorrido 5000 años de historia del libro junto con Fernando Báez; y, finalmente, hemos rememorado la vida y hazañas de ese explorador que nunca llegó al Polo Sur, Sir Ernest Shackleton, gracias al buen oficio de Javier Cacho.
Doce libros con los que hemos viajado mucho, de un rincón a otro de España, con una agenda bien apretada llena de presentaciones, charlas, tertulias, conferencias y encuentros con lectores, visitando muchas de nuestras librerías preferidas o haciendo nuevas amistades librescas. Además, hemos participado por segundo año consecutivo en la Feria del Libro de Madrid, y por tercera vez en el salón del libro Liber. Aunque no he podido viajar en persona, Fórcola ha estado también bien representada, por tercer año consecutivo, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en México.
Todo esto no hubiese sido posible sin la ayuda de todos los que hacéis posible que Fórcola siga adelante su singladura: María Luisa, Teresa, Silvano, Alberto, Susana y Gabriela, el equipo base, o si queréis, todas mis manos derechas. Las gracias, por supuesto, se hacen extensivas a todos vosotros, nuestros autores y traductores, que estáis contribuyendo a que Fórcola vaya conquistando, poco a poco, más y muy fieles seguidores. Mi agradecimiento se hace extensible a vosotros, amigos libreros, que tanto estáis haciendo por dar a conocer nuestros libros. Y finalmente, y no menos importantes, a vosotros lectores forcolianos que nos seguís, algunos desde el principio, y que sois la razón por la que seguimos adelante.
Afrontamos el nuevo año con incertidumbre, cómo no, pero con el respeto y cuidado que merecen oficios artesanos como éste, el de editor, cuyo negocio está en el céntimo que permite seguir publicando. El panorama se presenta desolador, y a veces la tentación nos llevaría a tirar la toalla. Quizá sería lo más prudente, pero, y entonces ¿qué? Un terreno hostil, con los peores pronósticos; un camino incierto, lleno de obstáculos y dificultades; un país lleno de heridas y con muchas batallas perdidas; lo más probable, pese a la soberbia de algunos, es que el próximo año sea peor que éste que ahora termina. Será una paradoja, pero como me decía una buena amiga, si antes éramos necesarios, ahora quizá seamos imprescindibles. Tiempos épicos, éstos que vienen, para la edición.
Mis mejores deseos para todos vosotros, y Feliz Año Nuevo. Que seamos capaces de encontrar el camino de las baldosas amarillas, y que no nos falte valor, corazón e inteligencia.